Que el director de Death Kappa es un enamorado de la ciencia ficción de los años 50, y sobretodo del Kaiju Eiga, queda claro desde el primer momento de la pelicula; esto es lo que los americanos llaman un auténtico "labour of love", una rareza, un film de monstruos gigantes rodado con aire nostálgico de aquellas producciones de Toho, de Godzilla, de Rodan y Gamera. El resultado es un film divertido, lleno de guiños y muy descarado, que los aficionados al género no deberían dejar que se les escapara.
Una joven vuelve al pueblo donde se crió después de tener que dejar escapar el sueño de convertirse en una idol en Tokyo. Justo entonces un accidente de coche acaba con la vida de su abuela, la encargada del Templo dedicado al Kappa, el legendario yokai, a pesar de no creer en su existencia, la chica se hace cargo del trabajo del templo.
Pero el Kappa del pueblo es un poco extraño, y es que además hay un grupo ultranacionalista superviviente de la Segunda Guerra mundial que intenta usar al Kappa con fines maléficos...
La primera parte de la pelicula funciona como una pelicula de ciencia ficción de los años 50, con científico loco, a falta de nazis basta con que sean ultranacionalistas, con grupo de jovenes descerebrados que montan su fiesta en la playa, y con un monstruo (de tamaño normal de momento) suelto. Todo da la sensación de ser un gran homenaje a esos films especialmente americanos de los años ´50, trasladado al folclore tradicional japonés, representado por la protagonista, que se acaba convirtiendo en toda una sacerdotisa, con el típico vestido rojo y blanco; y por supuesto por el Kappa, en este caso un yokai especial ya que le encanta bailar al son de J-pop, pero del que podemos aprender (gracias al "presentador", que aparece al más puero estilo de Criswell) sus costumbres, como su pasión por los pepinos, su gusto por las bromas y por la lucha.
La segunda parte comienza después de un suceso representado de una manera más bien simpática, algo nada común en el cine japonés, y a partir de aqui la cosa cambia radicalmente, y el film se convierte en un Kaiju Eiga en toda regla: aparece el ejército, las maquetas de miniaturas, los muñecos, los vehículos a radio control, la música dramática épica, y, por supuesto, los monstruos gigantes.
Uno de los puntos que muy posiblemente no gustarán nada a muchos espectadores, pero que quizás a los fans del Kaiju -entre los que me incluyo- les pueda parecer entrañable, es el poco esfuerzo en esconder los cables que aguantan los aviones que sobrevuelan las maquetas, o que los tanques son en realidad de plástico. Da la sensación que lo han dejado así a posta, es algo que me parece un bonito homenaje a los viejos tiempos, pero que probablemente irritará al espectador menos fan.
A pesar de estar producida por la misma gente de los productos de Iguchi, Sakaguchi y Nishimura, la violencia es más comedida: hay brazos que salen volando cercenados y alguna cosa más, pero no son una constante en la pelicula.
La pelicula concluye con una inevitable pelea final absolutamente loca, y con un gran final a la altura de lo esperado.
El director, Tomoo Haraguchi, que creció practicamente en los viejos estudios de la Toho acompañando a su abuelo, un técnico de sonido del estudio, es un amante de la vieja escuela y eso se ve en cada plano. A pesar de ganarse la vida con los efectos especiales en peliculas como Air Doll o Gamera 3, demuestra ser capaz de sacar un film entretenido del género, con poco presupuesto, imaginación y sobretodo conociendo las cosas que funcionan en un film de este tipo.
Para los fans, imprescindible.
Una joven vuelve al pueblo donde se crió después de tener que dejar escapar el sueño de convertirse en una idol en Tokyo. Justo entonces un accidente de coche acaba con la vida de su abuela, la encargada del Templo dedicado al Kappa, el legendario yokai, a pesar de no creer en su existencia, la chica se hace cargo del trabajo del templo.
Pero el Kappa del pueblo es un poco extraño, y es que además hay un grupo ultranacionalista superviviente de la Segunda Guerra mundial que intenta usar al Kappa con fines maléficos...
La primera parte de la pelicula funciona como una pelicula de ciencia ficción de los años 50, con científico loco, a falta de nazis basta con que sean ultranacionalistas, con grupo de jovenes descerebrados que montan su fiesta en la playa, y con un monstruo (de tamaño normal de momento) suelto. Todo da la sensación de ser un gran homenaje a esos films especialmente americanos de los años ´50, trasladado al folclore tradicional japonés, representado por la protagonista, que se acaba convirtiendo en toda una sacerdotisa, con el típico vestido rojo y blanco; y por supuesto por el Kappa, en este caso un yokai especial ya que le encanta bailar al son de J-pop, pero del que podemos aprender (gracias al "presentador", que aparece al más puero estilo de Criswell) sus costumbres, como su pasión por los pepinos, su gusto por las bromas y por la lucha.
La segunda parte comienza después de un suceso representado de una manera más bien simpática, algo nada común en el cine japonés, y a partir de aqui la cosa cambia radicalmente, y el film se convierte en un Kaiju Eiga en toda regla: aparece el ejército, las maquetas de miniaturas, los muñecos, los vehículos a radio control, la música dramática épica, y, por supuesto, los monstruos gigantes.
Uno de los puntos que muy posiblemente no gustarán nada a muchos espectadores, pero que quizás a los fans del Kaiju -entre los que me incluyo- les pueda parecer entrañable, es el poco esfuerzo en esconder los cables que aguantan los aviones que sobrevuelan las maquetas, o que los tanques son en realidad de plástico. Da la sensación que lo han dejado así a posta, es algo que me parece un bonito homenaje a los viejos tiempos, pero que probablemente irritará al espectador menos fan.
A pesar de estar producida por la misma gente de los productos de Iguchi, Sakaguchi y Nishimura, la violencia es más comedida: hay brazos que salen volando cercenados y alguna cosa más, pero no son una constante en la pelicula.
La pelicula concluye con una inevitable pelea final absolutamente loca, y con un gran final a la altura de lo esperado.
El director, Tomoo Haraguchi, que creció practicamente en los viejos estudios de la Toho acompañando a su abuelo, un técnico de sonido del estudio, es un amante de la vieja escuela y eso se ve en cada plano. A pesar de ganarse la vida con los efectos especiales en peliculas como Air Doll o Gamera 3, demuestra ser capaz de sacar un film entretenido del género, con poco presupuesto, imaginación y sobretodo conociendo las cosas que funcionan en un film de este tipo.
Para los fans, imprescindible.
6´5 de 10
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3 comentarios:
Imprescindible ONLY para fans del kaijû. Los demás la masacraran ^_^P
¡Me la apunto! ^_^ Tengo muchas ganas de ver pelis de kaijû eiga y esta tiene pinta de ser muy entretenida.
Seguramente tengas razón, Eduard, pero creo que esta es más "asequible" y menos aburrida que algunos Kaijus más clasicotes, esos que del minuto 30 al 70 no pasaba nada.
Coke-Kun, espero que la disfrutes!
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