viernes, 3 de febrero de 2012

Let´s go! de Wong Ching-Po.



Wong Ching-Po, el director que nos impresionó el año pasado con “Revenge: a love story”, se vuelve a unir al actor Juno Mak en “Let´s Go!”, un film decididamente raro, un cruce entre el drama de triadas y la nostálgia por esas series anime y el tokusatsu de los años 80.
Sin ser ni una cosa ni otra, el director vuelve a conseguir un film visualmente hipnótico, aunque tiene unos bajones de ritmo en la acción considerables.

En general la trama es la historia de como se forma un héroe cotidiano, en este caso Juno Mak (que también ejerce de productor del film junto a Willie Chan) como Siu-Sheng, un chico de barrio contratado por sus buenas dotes para pelear por el servicio de seguridad de un hombre de negocios, un mafioso que se ha “limpiado”. Pero entre el resto de secuaces del jefe comienza a haber problemas, ya que algunos sienten que no han sido suficientemente recompensados por ayudar a su jefe en su “transición” a la legalidad, y que ellos mismos se han convertido en mayordomos en lugar de matones, comenzando una lucha interna


“Let´s Go” se queda tanto entre dos aguas, que puede que acabe por no convencer en general: el drama mafioso se desarrolla durante la mayor parte de la película, en general de manera lenta, visualmente impecable, pero con algunos momentos de vacío entre una escena emocionante y otra.
Por otra parte en el tramo final de la película se tira de lleno a la acción tokusatsu, encabezada por la escena en que Juno Mak busca inspiración en el mecha God Sigma, un robot del anime de los años ´80 al que hay homenajes durante toda la película, incluídos los sensacionales títulos de crédito, con canción de Leslei chung incluida. Aquí el director se desmelena por fin, y proporciona la acción más pasada de vueltas que ansiábamos después de ver el trailer del film. Por desgracia llega muy tarde y se nos acaba antes de que nos hayamos dado cuenta.
El problema principal para que la película guste es que probablemente aquellos a los que les atraiga más el drama de traiciones en la banda criminal de la primera parte, probablemente tengan más problemas en aceptar la acción ridícula de la última parte del film, y viceversa.






El protagonista es el mejor personaje del film, un chico marcado por la trágica muerte de su padre intentando detener a unos ladrones. En varios flashbacks vemos como su padre le inculca el concepto de la justicia, compartiendo con el él las tardes frente a la tele viendo la serie de los protectores del universo, “Space Emperor Sigma God”; una vez pasan los años el personaje parece obsesionado por llevar la justicia a las calles, metiéndose en problemas por ello junto a su colega Big Bird. Ambos dicen ser parte de la “Guardia de la Tierra”, aunque en realidad se trata más de un sueño infantil que otra cosa.
Mak hace un trabajo muy serio y reservado en su papel, quizás incluso demasiado, pero eso sirve para ofrecer un buen contraste con el alocado personaje de Stephy Tang, que está de lo más simpática como la hija rockera, motera y cleptómana del jefe mafioso.


Para un gran héroe hace falta un gran villano, y aquí el malo de la película llega bastante tarde, aunque cuando lo hace es de impresión. No es precisamente el gran Jimmy Wang-Yu, que interpreta al jefe Hon-Yu y que tiene un par de escenas muy buenas, sino Gordom Lam, que pasa de ser un mafioso de confianza al desfigurado lider de una organización criminal con sus matones uniformados y enmascarados, como un ejercito de los esbirros habituales del supersentai en versión Triada.
Aunque tiene mucha menos cuota de pantalla de lo que seguramente me hubiera gustado, está a la altura del gran final, la gran lucha entre el bien y el mal, donde la película muestra su lado de acción más loca.




Visualmente el film es una maravilla, tanto a nivel de puesta en escena, como siempre la iluminación y la ambientación noir que tan bien sabe utilizar el director, ya lo vimos por ejemplo en “Jiang Hu”. Aquí volvemos a los callejones oscuros, y las peleas nocturnas con el asfalto brillante, pero también se desarrolla buena parte del film en los bloques de apartamentos de estilo soviético, al que también le sabe sacar jugo visual.
La fotografía de Yau Chung-yip y Jimmy Wong, con el que el director ya colaboró en “Revenge: a love story” es magnífica.

En definitiva es una película a la que resulta difícil situar: como drama mafioso es de cocción lenta pero con buen sabor; como acción tokusatsu nos deja con ganas de mucho más.
La mezcla, es lo que no estoy seguro funcione tanto para el espectador con pocas ganas de experimentar. Sin duda es un buen film más en la interesante carrera de Wong Ching-Po, pero nos deja con la duda de que hubiera pasado si hubiera hecho un film más homogéneo.


7 de 10.

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