miércoles, 6 de marzo de 2013

Lost in Thailand.

Estas pasadas navidades “Lost in Thailand” se convertía de manera sorprendente, por inesperada, en la película nacional, no sólo con más recaudación de la temporada, sino de la historia, en China. Esta comedia loca sobre una extraña pareja en pleno viaje por Siam superó a los blockbusters preparados para arrasar en las navidades del Mainland, a base de muchísimo humor de lo más simple pero efectivo, y de la química de sus tres actores protagonistas: el actor y director Xu Zheng, Wang Baoqiang, y Huang Bo, que en pocos años se ha convertido en uno de los actores más rentables de China.
Mucha diversión y cachondeo en una historia loquísima, en la que no falta el puntito de drama y autodescubrimiento moral, hacen del film todo un entretenimiento con un carácter seguramente menos local de lo que podía esperar.

El científico Xu Lang viaja hasta Tailandia para terminar el papeleo con su jefe sobre su nuevo descubrimiento, un líquido que hace que otros líquidos se expandan, un negocio seguro que puede revolucionar la energía a nivel global. Pero su rival en la empresa, que tiene pensado tomar un enfoque muy diferente y más monetario del producto, le sigue con tal de llegar antes hasta su jefe, en retiro espiritual, y hacerse con los permisos.
Xu se encontrará en el avión con BaoBao, un hombre de pocas luces con el que comenzará a toparse una y otra vez, y al que usará para deshacerse de su enemigo.

Xu Zheng y Wang Baoqiang vuelve a reunirse en la pantalla rememorando su trabajo en “Lost on journey”, una comedia del 2010 que era una especie de adaptación de “Mejor solo que mal acompañado”, un film de John Hughes con Steve Martin y John Candy. La versión china reunía a la extraña pareja formada por un poderoso hombre de negocios (Zheng) y un pueblerino inocentón (Baoqiang) en un muy accidentado viaje a través de China, en el que ambos intentaban llegar a una ciudad por año nuevo. 

Los esquemas se repiten en este “Lost in Thailand”, con el que Zheng debuta en la dirección, con los dos actores principales atravesando el país del título con todos las maquinarias de automoción imaginables, pero añadiendo unos cuantos elementos que la hacen muy superior al film del 2010. Comenzando por la presencia de Huang Bo como el villano de la función, y como el elemento que pisa los talones a los protagonistas. Con una caracterización brutal, Bo da un auténtico recital como el malintencionado rival del científico, vestido de negro desde la cabeza (incluido un flequillo peculiar) hasta los pies, y jugando constantemente a levantar sus gafas dobles de sol.
Aunque la química entre Zheng y Baoqiang, haciendo un poco el juego del clown y el augusto, funciona a las mil maravillas, la incorporación de esa tercera pata del gato le da un plus de recursos a la historia que “Lost on journey” desde luego no tenía.

La película funciona como una carrera de equívocos y desgracias en las que la pareja y su perseguidor se enfrentan, intentando entorpecerse los unos a los otros, en un camino que les llevará por todos los tópicos imaginables de Tailandia: no faltan el muay-thai, los transexuales, los masajes, los templos budistas e incluso la festividad del agua.
Por suerte los gags son menos localistas de lo que esa recaudación billonaria podría dar a pensar, y el humor del film es mucho más simple, sacando las risas fáciles con gags efectivos.

El ritmo es muy alto y hasta pasada la media película no comienzan los momentos en los que se profundiza en la moralina o los dramas personales. Esos bajones aparecen de vez en cuando en la segunda parte del film, pero no nos da mucho tiempo a mirar el reloj, y poco tarda en poner el turbo de nuevo.

A pesar de esos ataques de previsibilidad moralista, “Lost in Thailand” es una buena comedia de las de toda la vida, simple pero con risas fáciles aseguradas.

6´5 de 10

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