Estas pasadas navidades “Lost in
Thailand” se convertía de manera sorprendente, por inesperada, en
la película nacional, no sólo con más recaudación de la
temporada, sino de la historia, en China.
Esta comedia loca sobre una extraña pareja en pleno viaje por Siam superó a los blockbusters preparados
para arrasar en las navidades del Mainland, a base de muchísimo
humor de lo más simple pero efectivo, y de la química de sus tres
actores protagonistas: el actor y director Xu Zheng, Wang Baoqiang,
y Huang Bo, que en pocos años se ha convertido en uno de los actores
más rentables de China.
Mucha diversión y cachondeo en una
historia loquísima, en la que no falta el puntito de drama y
autodescubrimiento moral, hacen del film todo un entretenimiento con
un carácter seguramente menos local de lo que podía esperar.
El científico Xu Lang viaja hasta
Tailandia para terminar el papeleo con su jefe sobre su nuevo
descubrimiento, un líquido que hace que otros líquidos se expandan,
un negocio seguro que puede revolucionar la energía a nivel global.
Pero su rival en la empresa, que tiene pensado tomar un enfoque muy
diferente y más monetario del producto, le sigue con tal de llegar
antes hasta su jefe, en retiro espiritual, y hacerse con los
permisos.
Xu se encontrará en el avión con
BaoBao, un hombre de pocas luces con el que comenzará a toparse una
y otra vez, y al que usará para deshacerse de su enemigo.
Xu Zheng y Wang Baoqiang vuelve a
reunirse en la pantalla rememorando su trabajo en “Lost on
journey”, una comedia del 2010 que era una especie de adaptación
de “Mejor solo que mal acompañado”, un film de John Hughes con
Steve Martin y John Candy. La versión china reunía a la extraña
pareja formada por un poderoso hombre de negocios (Zheng) y un
pueblerino inocentón (Baoqiang) en un muy accidentado viaje a través
de China, en el que ambos intentaban llegar a una ciudad por año
nuevo.
Los esquemas se repiten en este “Lost
in Thailand”, con el que Zheng debuta en la dirección, con los dos
actores principales atravesando el país del título con todos las maquinarias de
automoción imaginables, pero añadiendo unos cuantos elementos que
la hacen muy superior al film del 2010. Comenzando por la presencia
de Huang Bo como el villano de la función, y como el elemento que
pisa los talones a los protagonistas. Con una caracterización
brutal, Bo da un auténtico recital como el malintencionado rival del
científico, vestido de negro desde la cabeza (incluido un flequillo
peculiar) hasta los pies, y jugando constantemente a levantar sus
gafas dobles de sol.
Aunque la química entre Zheng y
Baoqiang, haciendo un poco el juego del clown y el augusto, funciona
a las mil maravillas, la incorporación de esa tercera pata del gato
le da un plus de recursos a la historia que “Lost on journey”
desde luego no tenía.
La película funciona como una carrera
de equívocos y desgracias en las que la pareja y su perseguidor se
enfrentan, intentando entorpecerse los unos a los otros, en un camino
que les llevará por todos los tópicos imaginables de Tailandia: no
faltan el muay-thai, los transexuales, los masajes, los templos
budistas e incluso la festividad del agua.
Por suerte los gags son menos
localistas de lo que esa recaudación billonaria podría dar a
pensar, y el humor del film es mucho más simple, sacando las risas
fáciles con gags efectivos.
El ritmo es muy alto y hasta pasada la
media película no comienzan los momentos en los que se profundiza en
la moralina o los dramas personales. Esos bajones aparecen de vez en
cuando en la segunda parte del film, pero no nos da mucho tiempo a
mirar el reloj, y poco tarda en poner el turbo de nuevo.
A pesar de esos ataques de
previsibilidad moralista, “Lost in Thailand” es una buena comedia
de las de toda la vida, simple pero con risas fáciles aseguradas.
6´5 de 10
0 comentarios:
Publicar un comentario