Wong Kar-Wai cerraba en el 2004 su
trilogía ambientada en el Hong Kong de los años 60 con “2046”,
un relato mucho más ambicioso que las dos anteriores películas,
“Days of being wild” y “Deseando amar”. La búsqueda
constante del amor, y la imposibilidad de salir adelante por el
recuerdo se apoderaban del personaje de Tony Leung, que volvía a
interpretar al mismo papel unos años después. Lo que si cambiaba
sin embargo era el carácter de ese amable periodista al que interpretaba el actor en
“Deseando amar”, bastante más allá del bigote que luce en el
film, y así pasa de mujer en mujer, buscando aquello que no puede
encontrar.
Sin duda hasta aquel momento la
película más ambiciosa del director, con uno de sus rodajes
inacabables y un equipo de actores imponente de nuevo, reuniendo a
las musas de su carrera como si se tratara de su “8 y 1/2”
particular, el director ofrecía una nueva obra maestra, retomando
algunas de las particularidades de su anterior trabajo, pero
ofreciendo esa visión del amor inalcanzable desde otra perspectiva.
El periodista y escritor Chow vuelve a
Hong Kong, y busca alojamiento en un hotel. Intenta conseguir una habitación con el mismo número de aquella en la que pasó unos días inolvidables años atrás, la 2046, pero
por circunstancias se tiene que conformar con la de al
lado, la 2047. En su habitación deseada se instala una bella joven
proveniente de la China continental, con la que comenzará a flirtear
inmediatamente.
Cuando vi por primera vez “2046” en su estreno en cines tuve la sensación que no había visto una película, sino algo más parecido a un estado mental, un estilo de vida. La película tiene mucho de sus dos anteriores encarnaciones del Hong Kong de los años 60, pero esta vez el director se centra, en lugar del puro melodrama como en “Days of being wild”, o en la recreación estética y social de la época de “Deseando amar”, en el personaje de Tony Leung. En este sentido es una película mucho más centrada en un solo personaje, al que vemos pasar de una relación a otra, extendiendo al Yuddy al que interpretaba Leslie Cheung en “DoBW”, pero con la madurez y el bagaje emocional del personaje de “Deseando amar”.
De hecho Chow, ese escritor y
periodista, aparece totalmente cambiado. Físicamente apenas
percibimos que ahora lleva bigote (una imposición del propio Leung
para poder interiorizar el cambio de carácter), pero su mirada, su
actitud, es totalmente diferente. Ese hombre serio y educado aparece
aquí como un bon vivant que pasa de cama en cama casi sin
proponérselo demasiado, y del que a poco a poco iremos descubriendo
que ha sido desde que le dejamos en el templo de Camboya.
Así entramos en ese viaje al 2046, a
la habitación cuyos recuerdos atormentan al personaje, y que con su
presente vuelve a atormentarle, y también a ese tren de la historia
de ciencia ficción que escribe, en la que las personas alrededor del escritor
toman vida en una versión futurista de una búsqueda del amor que
siempre termina en lágrimas para todos. La hija del dueño del hotel
se convierte en un androide con sentimientos; el japonés del que
(para disgusto de su padre) ella está enamorada, en un viajero
volviendo del lugar de los amores perdidos.
Wong Kar-Wai reunía a las musas de su carrera, Maggie Cheung, y Carina Lau, retomando sus papeles, y Faye Wong en un doble papel muy diferente al de “Chunking Express”, y añadía dos portentos importados del Mainland: Gong Li, en el papel de la misteriosa “Araña negra”, y Zhang Ziyi como Bai Ling, la joven que esconde su angustia en un exterior de locura y desenfreno.
Todas ellas hacen un trabajo
maravilloso, pero hay que darle especial atención, aunque solo sea
por tener mayor tiempo en pantalla, al de Zhang Ziyi, que realiza una
de sus mejores interpretaciones, si no la mejor.
En el apartado masculino, además de
Tony Leung, repetía a las órdenes del director el taiwanés Chang
Chen, otro actor que con el tiempo se ha hecho habitual en su cine, e
introducía a Takuya Kimura, la superestrella japonesa del grupo
SMAP, en el doble papel del extranjero al que ama el personaje
de Faye Wong.
Su personaje da pie a comentar una de
las curiosidades de la película, y es que en la versión original de
ella se hablan tres idiomas, sin más problemas: Kimura habla en
japonés en su doble papel, mientras que Zhang Ziyi lo hace en su
original mandarín. El resto de personajes hablan en cantonés, el
idioma más habitual de Hong Kong.
Técnicamente el film continúa la linea marcada por “Deseando amar”, de pura elegancia visual, manteniendo el cuidado de todos los detalles, tanto en la bellísima puesta en escena como de la propia dirección de la película. Y continúa siendo un trabajo a medias por parte de Christopher Doyle, que volvió a dejar el rodaje para, de momento, no volver a trabajar con Wong Kar-Wai.
La música fue de nuevo a cargo de
Shigeru Umebayashi, que esta vez compuso varias piezas originales
para la película, completando el plano visual con melodías cargadas
de violines épicos y románticos, que engrandecen la película.
Además de nuevo el director se reserva una pequeña selección de
clásicos de la época, con algunas canciones interpretadas por
Xavier Cugat repitiéndose de manera recurrente.
El director cerraba este viaje al Hong
Kong de los años 60, y también ese viaje al futuro ficticio donde
también hay androides con el corazón roto, con otra obra maestra,
quizás incluso más hipnótica por su estructura que la propia
“Deseando amar”. Cine en mayúsculas.
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