Tetsuya Nakashima: coloreando la triste realidad.
Tetsuya Nakashima se ha convertido por derecho propio en uno de los directores a seguir muy de cerca del panorama cinematográfico japonés, y en cierta manera representa el arquetipo de director que más necesita la industria nipona en estos momentos. En esta época, en que cada vez es más y más habitual que la mayoría de producciones no estén basadas en guiones originales, sino que adapten manga, anime, novelas o videojuegos, el mejor director al que pueden contratar los estudios es a alguien capaz de imprimir su huella indeleble y su personalidad a cada uno de sus proyectos, sean o no originales.
De hecho desde sus dos primeras y más desconocidas películas, Tetsuya Nakashima ha labrado su carrera haciendo precisamente eso, encontrando historias que tocan temas relevantes o con personajes atractivos, ya sea la extraña amistad entre una gothic lolita y una macarra, el musical trágico más divertido y emocionante que vayamos a ver en nuestra vida, o -aquí nos pilló con el pie cambiado por volverse lúgubre- la historia de la venganza de una maestra en una sociedad con problemas de comunicación.
El nombre del director es totalmente reconocible sin embargo por el estilo visual de sus films, por ese tornado de imágenes llenas de colorído, y su forma de romper la realidad de mil formas diferentes añadiendo su conexión total con la cultura popular japonesa. Pero si analizamos un poquito sus films, más allá de ese aspecto visual, vemos lazos claros entre las temáticas y motivaciones de los personajes de unas y otras películas.
En resumidas cuentas, Nakashima tiene una de las filmografías más imprescindibles del cine asiático contemporáneo tanto por su forma, como por su fondo.
Nacido en Fukuoka en 1959, se inició en el mundo de la dirección con uno de los segmentos del omnibus "Bakayaro: Watashi okkote masu" en 1988. Después continuó su carrera como director de publicidad, un trabajo del que siempre le ha gustado la libertad con la que cuenta tanto para desarrollar sus proyectos como para desarrollar su creatividad, y debutó oficialmente como director de cine en 1997 con "Happy go-lucky".Esta es una historia costumbrista sobre una familia un tanto disfuncional, que se centra en los problemas del niño protagonista para realizar un ejercicio gimnástico en el colegio. Guionizada por el propio Nakashima, ya se empiezan a ver los brotes que luego se convertirían en temas recurrentes, la infancia como época vital decisiva a pesar de los obstáculos que ya a esa edad te pone la vida, la incomunicación tanto en el núcleo familiar como en la propia sociedad japonesa, y también ese aspecto de fantasía inesperada con la que el director nos sorprende en casi todas sus películas.
Al año siguiente rodaría "Beautiful sunday", sin duda su película más pausada y contenida. También con guión propio, este es el retrato de una comunidad de vecinos de un edificio en un suburbio de una gran ciudad, en el que seguimos los problemas de varios de sus inquilinos: un guionista de una serie tokusatstu con problemas de pareja que debe guionizar el último episodio, una mujer que es acosada por un inexpresivo hombre desconocido, los problemas de una niña con su némesis en el colegio, o una portera demasiado preocupada por la vida de sus inquilinos. Nakashima da todo un recital de plano fijo y acción fuera de cámara, para hacer una historia que visualmente no se acerca a los festivales de colorido que posteriormente se harían habituales, dirigiendo con un estilo mucho más estático aunque temáticamente sea un film 100% suyo.
Llegaría aquí un parón de cuatro años que resultaría crucial para su carrera, ya que sus trabajos en publicidad y videoclips influirían decisívamente en el giro que han tomado sus siguientes películas en el aspecto visual. Le proporcionaron un terreno en el que jugar completamente con los efectos especiales, la animación y esa condensación en cada fotograma del mayor número de ideas posible.
Apenas dirigió en 2001 uno de los segmentos de la saga "Tales of the unusual", antes de lanzarse de cabeza a por la que sería su primera película de una nueva época, y la que marcaría el camino a seguir para Nakashima en sus siguientes trabajos.
En 2004 el director recibió el encargo de dirigir la novela "Shimotsuma monogatari" (Kamikaze Girls) del escritor Novala Takemoto. Esta historia de la trabada amistad entre Momoko, una gothic lolita que vive felizmente su individualidad en un pequeño pueblo y una motera macarra, que por alguna razón pasa cada vez más tiempo con su nueva amiga, vuelve a incidir en temas sociológicos, envueltos desde ahora en una densa capa de color y con un montaje absolutamente desafiante para cualquier retina poco preparada.
A un ritmo espectacular se van desenvolviendo los acontecimientos, que llevarán a la una a encontrar a alguien por quien preocuparse, y a la otra a no sentirse tan dependiente de su banda motera. Con muchísimo humor a través sobretodo de la cínica voz en off de Momoko, que relata la historia, pero también con momentos de puro slapstick y gags recurrentes como la continua mofa a cierto centro comercial de ropa, la película marca un antes y un después en la obra del director.
A finales de ese año rodaría un especial navideño para el grupo Smap, en el que (por lo poco que he encontrado de él) seguía esa progresión, que se puede ver claramente reflejada en el cortometraje, también junto al grupo japonés, “Rolling bomber special”.Todo un clásico de Youtube por derecho propio, este corto incluido en el omnibus “Smap short films”, en el que también participaron directores con un estilo muy cercano al de Nakashima como Katsuhito Ishii o Gen Sakaguchi, nos muestra el encuentro entre un joven corriente, interpretado por uno de los miembros del grupo, Shingo Katori, y un grupo de superhéroes sentai, que le acusan de ser un villano con un plan para destruir el planeta.
A ritmo de hip-hop Nakashima vuelve a introducir la fantasía en la aburrida realidad, con resultados muy divertidos, y de nuevo espectaculares a nivel visual.
No eran estos sin embargo los primeros trabajos del director junto a Smap, ya que en el 2000 se pusieron a las ordenes del director para protagonizar unos espectaculares anuncios de “Gatchaman 2000” en versión live-action (además de otros en versión animada), y posteriormente rodaría uno de sus videoclips.
Su siguiente película, “Memories of Matsuko”, fue la que realmente le abrió las puertas en occidente, ganando cierto respeto y nombre como director, además de una cierta difusión a nivel de festivales internacionales como el FEFF de Udine o Fantasia de Montreal. Ayudaron también los muchos premios que merecidamente se llevó Miki Nakatani por la interpretación de su protagonista, la desgraciada Matsuko cuya vida de mal en peor sirve de hilo conductor de la película.
Este maravilloso melodrama tragicómico con forma de musical de la Metro, es sin duda una de las películas japonesas más originales de lo que llevamos de siglo, por esa capacidad de mezclar lo patético con lo cómico sin convertir a su personaje en un guiñol, sino tocando el corazón del espectador en todos y cada uno de los momentos.
Visualmente el film llega más allá de lo que lo había hecho su director, llevando los niveles de creatividad de la historia curiosamente rural de “Kamikaze Girls”, a niveles estratosféricos al convertir la acción en un recargadísimo musical, con multitud de escenarios, varias actuaciones dignas de videoclip además del los cambios de época de una historia que se desarrolla en cuarenta años.
De nuevo el trauma paterno sirve como nervio central del personaje. Desde su primer film hasta “Confessions”, la única de las películas que toca el tema más de lejos, el trauma de las hijas (ya que las protagonistas de las películas de Nakahisma suelen ser mujeres), o uno de sus problemas, tienen que ver con la figura paterna. En multitud de casos curiosamente la figura de la madre es borrada casi por completo del libreto, apenas llegando a aparecer.
En “Happy go-lucky” el padre es un estoico hombre de baja que no para de mirar peleas de adolescentes desde la ventana de casa, y que no presta ningún tipo de caso a su familia; en “Kamikaze girls” el padre de Momoko es un ex-yakuza retirado al campo después de un mal negocio, un absoluto negado que cae en todos los engaños de su hija; e incluso en su siguiente film, “Paco and the magical picture book”, aunque sea este vez en esa relación entre la dulce niña protagonista y el abuelo cascarrabias del hospital. Seguramente el caso más duro sea el del melodrama “Memories of Matsuko”, en el que el trauma creado por la falta de atención del padre hacia su hija es uno de los motores de la caída en desgracia de su protagonista.
Y la televisión, claro, otra constante en la obra del director. Nakashima utiliza la televisión ya sea como contrapunto a la acción que tiene lugar en la historia, como ese drama que le amarga la vida al niño protagonista de “Happy go-lucky”, o directamente introduciendo en una TV a sus personajes o sus flashbacks, como en el divertidísimo flashback de “Kamikaze Girls” en que Momoko nos cuenta su vida desde un (fantástico, por irreal) reality show. O si no, la utiliza para situarnos en una determinada época, que es uno de los recursos en que utiliza a la televisión en “Memories of Matsuko”.
El director utiliza la tv como un recurso pop más, igual que los segmentos de animación o esas imágenes a cámara lenta extremadamente granulosas, un recurso narrativo para romper el realismo que haga ver al espectador la acción desde un punto de vista diferente.
Enlazaría el director tres películas en tres años, y así en 2009, además de escribir el guión de “Lalapipo”, basado en los relatos del escritor Hideo Okuna, para el debut directorial de uno de sus ayudantes de dirección, Masayuki Miyano, rodó “Paco and the magical picture book”. Basada esta en una obra de teatro del autor Hirohito Goto, aquí trasladaba una historia y la ambientación de un cuento infantil a la gran pantalla, siendo considerada seguramente un título menor por tratarse de una película poco ambiciosa al llegar después de una obra maestra como “Matsuko”. Para los seguidores del director debería ser toda una pequeña joyita, por acercarnos de nuevo a la infancia como época vital capital, y sobretodo por el aspecto visual del film lleno de creatividad y fantasía..
Denotando su origen, esta es una película mucho más teatral que cualquier otra del director, a pesar de todos los efectos especiales y elementos fantásticos que se introduce en la historia, en la que seguimos a Paco, una pequeña niña ingresada en el excéntrico hospital en el que sucede la acción, que sufre un problema de memoria y no puede guardar sus recuerdos de un día para otro.
En 2010 llegaría la que para muchos es su mejor película y probablemente la que ha catapultado a Nakashima definitivamente a nivel internacional como uno de los directores a seguir de cerca. La adaptación de la novela de Kanae Minato “Confessions” fue además su primer gran éxito de taquilla, colocándose como una de las películas más vistas del año en Japón.
El director sorprendió realizando esta vez una historia turbia y oscura de la venganza de una profesora hacia dos de sus alumnos, que asesinaron a su hija pequeña. Sorprende por realizar una historia tan dura de una manera seria, y por el lógico cambio a nivel visual, ya que aunque mantiene esa estética que muchos califican de videoclipera, como las escenas a cámara superlenta, la paleta de colores y el tono en general del film es adecuadamente sombrío.
Para el papel protagonista el director eligió a Takako Matsu, la actriz para la que dirigió un videoclip, el de “Minna Hitori”, en el que precisamente los protagonistas eran unos niños con problemas sociales, que realiza una interpretación espectacular, especialmente recordada por ese impresionante monólogo inicial en el que cautiva al espectador poco a poco con el relato de su historia, y lo que parece una simple despedida hacia sus alumnos se convierte en todo un presagio de la venganza por llegar.
La temática, venganzas aparte, es cercana a los terrenos habituales por donde se ha movido el director en toda su carrera en cuanto a los aspectos sociológicos de la historia, pero probablemente por tratarse de un film y contar con esa maestría a nivel visual, “Confessions” ha sido probablemente su film más reconocido tanto en el propio Japón como a nivel internacional.
Poco después del estreno de la película, el director ganó algo de controversia al dirigir un videoclip para el grupo idol AKB48 que terminó siendo censurado por su "excesiva violencia". En el PV de "Beginner", las integrantes del grupo se introducian en un videojuego, en el que iban muriendo una tras otra.
El grupo curiosamente contaba con una canción en la banda sonora de "Confessions", donde sonaba además de grupos mucho más ruidosos como Boris o los británicos Radiohead.
¿Y que nos espera en el futuro cercano de Tetsuya Nakashima? pues un nuevo reto, como la adaptación del manga “Shingeki no Kyojin”, en el que los últimos humanos del planeta resisten en una ciudadela de muros enormes los ataques de unos gigantes que han acabado zampándose a la población mundial.
Desde luego todo un cambio de tercio, pero un proyecto del que, viniendo de sus manos, podemos esperar sin duda un resultado espectacular.
De hecho desde sus dos primeras y más desconocidas películas, Tetsuya Nakashima ha labrado su carrera haciendo precisamente eso, encontrando historias que tocan temas relevantes o con personajes atractivos, ya sea la extraña amistad entre una gothic lolita y una macarra, el musical trágico más divertido y emocionante que vayamos a ver en nuestra vida, o -aquí nos pilló con el pie cambiado por volverse lúgubre- la historia de la venganza de una maestra en una sociedad con problemas de comunicación.
El nombre del director es totalmente reconocible sin embargo por el estilo visual de sus films, por ese tornado de imágenes llenas de colorído, y su forma de romper la realidad de mil formas diferentes añadiendo su conexión total con la cultura popular japonesa. Pero si analizamos un poquito sus films, más allá de ese aspecto visual, vemos lazos claros entre las temáticas y motivaciones de los personajes de unas y otras películas.
En resumidas cuentas, Nakashima tiene una de las filmografías más imprescindibles del cine asiático contemporáneo tanto por su forma, como por su fondo.
Nacido en Fukuoka en 1959, se inició en el mundo de la dirección con uno de los segmentos del omnibus "Bakayaro: Watashi okkote masu" en 1988. Después continuó su carrera como director de publicidad, un trabajo del que siempre le ha gustado la libertad con la que cuenta tanto para desarrollar sus proyectos como para desarrollar su creatividad, y debutó oficialmente como director de cine en 1997 con "Happy go-lucky".Esta es una historia costumbrista sobre una familia un tanto disfuncional, que se centra en los problemas del niño protagonista para realizar un ejercicio gimnástico en el colegio. Guionizada por el propio Nakashima, ya se empiezan a ver los brotes que luego se convertirían en temas recurrentes, la infancia como época vital decisiva a pesar de los obstáculos que ya a esa edad te pone la vida, la incomunicación tanto en el núcleo familiar como en la propia sociedad japonesa, y también ese aspecto de fantasía inesperada con la que el director nos sorprende en casi todas sus películas.
Al año siguiente rodaría "Beautiful sunday", sin duda su película más pausada y contenida. También con guión propio, este es el retrato de una comunidad de vecinos de un edificio en un suburbio de una gran ciudad, en el que seguimos los problemas de varios de sus inquilinos: un guionista de una serie tokusatstu con problemas de pareja que debe guionizar el último episodio, una mujer que es acosada por un inexpresivo hombre desconocido, los problemas de una niña con su némesis en el colegio, o una portera demasiado preocupada por la vida de sus inquilinos. Nakashima da todo un recital de plano fijo y acción fuera de cámara, para hacer una historia que visualmente no se acerca a los festivales de colorido que posteriormente se harían habituales, dirigiendo con un estilo mucho más estático aunque temáticamente sea un film 100% suyo.
Llegaría aquí un parón de cuatro años que resultaría crucial para su carrera, ya que sus trabajos en publicidad y videoclips influirían decisívamente en el giro que han tomado sus siguientes películas en el aspecto visual. Le proporcionaron un terreno en el que jugar completamente con los efectos especiales, la animación y esa condensación en cada fotograma del mayor número de ideas posible.
Apenas dirigió en 2001 uno de los segmentos de la saga "Tales of the unusual", antes de lanzarse de cabeza a por la que sería su primera película de una nueva época, y la que marcaría el camino a seguir para Nakashima en sus siguientes trabajos.
En 2004 el director recibió el encargo de dirigir la novela "Shimotsuma monogatari" (Kamikaze Girls) del escritor Novala Takemoto. Esta historia de la trabada amistad entre Momoko, una gothic lolita que vive felizmente su individualidad en un pequeño pueblo y una motera macarra, que por alguna razón pasa cada vez más tiempo con su nueva amiga, vuelve a incidir en temas sociológicos, envueltos desde ahora en una densa capa de color y con un montaje absolutamente desafiante para cualquier retina poco preparada.
A un ritmo espectacular se van desenvolviendo los acontecimientos, que llevarán a la una a encontrar a alguien por quien preocuparse, y a la otra a no sentirse tan dependiente de su banda motera. Con muchísimo humor a través sobretodo de la cínica voz en off de Momoko, que relata la historia, pero también con momentos de puro slapstick y gags recurrentes como la continua mofa a cierto centro comercial de ropa, la película marca un antes y un después en la obra del director.
A finales de ese año rodaría un especial navideño para el grupo Smap, en el que (por lo poco que he encontrado de él) seguía esa progresión, que se puede ver claramente reflejada en el cortometraje, también junto al grupo japonés, “Rolling bomber special”.Todo un clásico de Youtube por derecho propio, este corto incluido en el omnibus “Smap short films”, en el que también participaron directores con un estilo muy cercano al de Nakashima como Katsuhito Ishii o Gen Sakaguchi, nos muestra el encuentro entre un joven corriente, interpretado por uno de los miembros del grupo, Shingo Katori, y un grupo de superhéroes sentai, que le acusan de ser un villano con un plan para destruir el planeta.
A ritmo de hip-hop Nakashima vuelve a introducir la fantasía en la aburrida realidad, con resultados muy divertidos, y de nuevo espectaculares a nivel visual.
No eran estos sin embargo los primeros trabajos del director junto a Smap, ya que en el 2000 se pusieron a las ordenes del director para protagonizar unos espectaculares anuncios de “Gatchaman 2000” en versión live-action (además de otros en versión animada), y posteriormente rodaría uno de sus videoclips.
Su siguiente película, “Memories of Matsuko”, fue la que realmente le abrió las puertas en occidente, ganando cierto respeto y nombre como director, además de una cierta difusión a nivel de festivales internacionales como el FEFF de Udine o Fantasia de Montreal. Ayudaron también los muchos premios que merecidamente se llevó Miki Nakatani por la interpretación de su protagonista, la desgraciada Matsuko cuya vida de mal en peor sirve de hilo conductor de la película.
Este maravilloso melodrama tragicómico con forma de musical de la Metro, es sin duda una de las películas japonesas más originales de lo que llevamos de siglo, por esa capacidad de mezclar lo patético con lo cómico sin convertir a su personaje en un guiñol, sino tocando el corazón del espectador en todos y cada uno de los momentos.
Visualmente el film llega más allá de lo que lo había hecho su director, llevando los niveles de creatividad de la historia curiosamente rural de “Kamikaze Girls”, a niveles estratosféricos al convertir la acción en un recargadísimo musical, con multitud de escenarios, varias actuaciones dignas de videoclip además del los cambios de época de una historia que se desarrolla en cuarenta años.
De nuevo el trauma paterno sirve como nervio central del personaje. Desde su primer film hasta “Confessions”, la única de las películas que toca el tema más de lejos, el trauma de las hijas (ya que las protagonistas de las películas de Nakahisma suelen ser mujeres), o uno de sus problemas, tienen que ver con la figura paterna. En multitud de casos curiosamente la figura de la madre es borrada casi por completo del libreto, apenas llegando a aparecer.
En “Happy go-lucky” el padre es un estoico hombre de baja que no para de mirar peleas de adolescentes desde la ventana de casa, y que no presta ningún tipo de caso a su familia; en “Kamikaze girls” el padre de Momoko es un ex-yakuza retirado al campo después de un mal negocio, un absoluto negado que cae en todos los engaños de su hija; e incluso en su siguiente film, “Paco and the magical picture book”, aunque sea este vez en esa relación entre la dulce niña protagonista y el abuelo cascarrabias del hospital. Seguramente el caso más duro sea el del melodrama “Memories of Matsuko”, en el que el trauma creado por la falta de atención del padre hacia su hija es uno de los motores de la caída en desgracia de su protagonista.
Y la televisión, claro, otra constante en la obra del director. Nakashima utiliza la televisión ya sea como contrapunto a la acción que tiene lugar en la historia, como ese drama que le amarga la vida al niño protagonista de “Happy go-lucky”, o directamente introduciendo en una TV a sus personajes o sus flashbacks, como en el divertidísimo flashback de “Kamikaze Girls” en que Momoko nos cuenta su vida desde un (fantástico, por irreal) reality show. O si no, la utiliza para situarnos en una determinada época, que es uno de los recursos en que utiliza a la televisión en “Memories of Matsuko”.
El director utiliza la tv como un recurso pop más, igual que los segmentos de animación o esas imágenes a cámara lenta extremadamente granulosas, un recurso narrativo para romper el realismo que haga ver al espectador la acción desde un punto de vista diferente.
Enlazaría el director tres películas en tres años, y así en 2009, además de escribir el guión de “Lalapipo”, basado en los relatos del escritor Hideo Okuna, para el debut directorial de uno de sus ayudantes de dirección, Masayuki Miyano, rodó “Paco and the magical picture book”. Basada esta en una obra de teatro del autor Hirohito Goto, aquí trasladaba una historia y la ambientación de un cuento infantil a la gran pantalla, siendo considerada seguramente un título menor por tratarse de una película poco ambiciosa al llegar después de una obra maestra como “Matsuko”. Para los seguidores del director debería ser toda una pequeña joyita, por acercarnos de nuevo a la infancia como época vital capital, y sobretodo por el aspecto visual del film lleno de creatividad y fantasía..
Denotando su origen, esta es una película mucho más teatral que cualquier otra del director, a pesar de todos los efectos especiales y elementos fantásticos que se introduce en la historia, en la que seguimos a Paco, una pequeña niña ingresada en el excéntrico hospital en el que sucede la acción, que sufre un problema de memoria y no puede guardar sus recuerdos de un día para otro.
En 2010 llegaría la que para muchos es su mejor película y probablemente la que ha catapultado a Nakashima definitivamente a nivel internacional como uno de los directores a seguir de cerca. La adaptación de la novela de Kanae Minato “Confessions” fue además su primer gran éxito de taquilla, colocándose como una de las películas más vistas del año en Japón.
El director sorprendió realizando esta vez una historia turbia y oscura de la venganza de una profesora hacia dos de sus alumnos, que asesinaron a su hija pequeña. Sorprende por realizar una historia tan dura de una manera seria, y por el lógico cambio a nivel visual, ya que aunque mantiene esa estética que muchos califican de videoclipera, como las escenas a cámara superlenta, la paleta de colores y el tono en general del film es adecuadamente sombrío.
Para el papel protagonista el director eligió a Takako Matsu, la actriz para la que dirigió un videoclip, el de “Minna Hitori”, en el que precisamente los protagonistas eran unos niños con problemas sociales, que realiza una interpretación espectacular, especialmente recordada por ese impresionante monólogo inicial en el que cautiva al espectador poco a poco con el relato de su historia, y lo que parece una simple despedida hacia sus alumnos se convierte en todo un presagio de la venganza por llegar.
La temática, venganzas aparte, es cercana a los terrenos habituales por donde se ha movido el director en toda su carrera en cuanto a los aspectos sociológicos de la historia, pero probablemente por tratarse de un film y contar con esa maestría a nivel visual, “Confessions” ha sido probablemente su film más reconocido tanto en el propio Japón como a nivel internacional.
Poco después del estreno de la película, el director ganó algo de controversia al dirigir un videoclip para el grupo idol AKB48 que terminó siendo censurado por su "excesiva violencia". En el PV de "Beginner", las integrantes del grupo se introducian en un videojuego, en el que iban muriendo una tras otra.
El grupo curiosamente contaba con una canción en la banda sonora de "Confessions", donde sonaba además de grupos mucho más ruidosos como Boris o los británicos Radiohead.
¿Y que nos espera en el futuro cercano de Tetsuya Nakashima? pues un nuevo reto, como la adaptación del manga “Shingeki no Kyojin”, en el que los últimos humanos del planeta resisten en una ciudadela de muros enormes los ataques de unos gigantes que han acabado zampándose a la población mundial.
Desde luego todo un cambio de tercio, pero un proyecto del que, viniendo de sus manos, podemos esperar sin duda un resultado espectacular.
Happy-go-lucky.
Tetsuya Nakashima se estrenó como director en 1997 con “Happy-go-lucky”, una comedia ligera con guión propio, sobre los problemas de un estudiante tanto en el colegio, donde no es capaz de realizar un ejercicio gimnástico, como con su un tanto disfuncional familia.
Aunque de la misma manera que su siguiente film, guarda un tono mucho más comedido en el aspecto visual de lo que luego veríamos en la obra del director, temáticamente esta muy en la línea del resto de títulos de su filmografía, al captar la vida infantil como gran preludio de lo que tendremos que afrentar en la vida, además de esas cotidianidad un tanto aburrida a la que Nakashima le añade pequeños momentos de fantasía muy divertidos.
Los problemas del joven Takashi no hacen más que acumularse a pesar de su joven edad: su padre, de baja por un accidente, se pasa el día mirando por la ventana como se pelean las colegialas en el descampado de enfrente; esto hace que el negocio familiar este regentado por su prima adolescente, que disfruta haciéndole la vida imposible al pobre crío.
Pero el problema principal lo tiene en el colegio donde, junto a cuatro compañeros, falla a la hora de realizar un giro sobre si mismo en la barra fija. El profesor les mete el miedo en el cuerpo y les dice que si no consiguen superar un obstáculo tan pequeño, no llegarán a nada en la vida, y les obliga a practicar cada día hasta que les salga el ejercicio: si falla uno de los cinco, todo el grupo suspende.
El debut como director de Nakashima puede resultar sorprendentemente tranquilo acostumbrados como nos ha tenido desde “Kamikaze Girls” a esos vendavales de imágenes llenas de color. Sin embargo, debajo de ese aspecto visual aquí mucho más tranquilo, la temática es bastante cercana entre una y otra, y de hecho como comentábamos en el articulo de ayer hay bastante homogeneidad en las temáticas en las que se mueve el director. En este caso vemos la vida desde el punto de vista del niño protagonista, Takashi, cuya vida no es todo lo perfecta que uno puede desear, pero lo que es peor, comienza a sentir la presión de “que va a pasar si cuando crezco no tengo éxito”, siendo apenas un crío de diez años.
Pero vemos también la vida desde un punto de vista infantil a través de algunos flashbacks de los adultos, el primero de su padre, un tipo de apariencia estoica que no parece demasiado feliz con su vida familiar. Este recuerda un episodio de su infancia cuya marca permanece muy viva, el ridículo episodio en que por un error uno de sus trabajos en el colegio es considerado una genialidad, y le hace comprender ya de muy pequeño que nunca será un genio, algo que parece haberle llevado a vivir una vida gris.
Los otros flashbacks son de la madre, que recuerda momentos de su niñez relacionados con su propia madre, ya fallecida. El primer recuerdo es cuando llegó a creer que su propia madre era una “hebi-onna”, una monstruosa mujer serpiente del folclore terrorífico japonés, en el que Nakashima inserta además viñetas del manga de Kazuo Umezu sobre la mujer serpiente.
Los flashbacks maternos son mucho más nostálgicos de la vida junto a su madre que los del padre, que se sigue maldiciendo a si mismo.
La película circula con lentitud a caballo entre el colegio y la casa familiar, cociendo poco a poco ese derrotismo del niño, que cree que si no hace ese maldito giro en la barra no va a llegar a nada en la vida, y el de los propios padres, que viven su vida de una manera bastante triste.
El niño protagonista va sazonando además la realidad con ensoñaciones en las que entra en la serie de televisión que ven en casa, en las que comenta su situación con los personajes, así como otros momentos en los que fantasea con otras situaciones adultas, aunque con su problemática infantil.
Ittoku Kishibe (Zatoichi) interpreta al padre de familia y Maki Ishikawa (Ramblers) a la abnegada madre, mientras que el niño protagonista esta interpretado por Hidaka Yoshimoto.
En solo hora y cuarto, Nakashima ya da algunas claves de lo que será su carrera con esta divertida historia del descubrimiento de lo que será la vida desde el punto de vista del niño protagonista, y un cierto aire nostálgico desde el de sus padres.
6´5 de 10
Beautiful Sunday.
El segundo film como director de la carrera de Tetsuya Nakashima sería “Beautiful Sunday”, rodado en 1998, tan solo un año después de su debut en “Happy-go-lucky”, en otra comedia ligera costumbrista con trasfondo dramático que sigue las vidas de los vecinos de un bloque de pisos en las afueras de la ciudad. De nuevo los problemas de comunicación en la sociedad japonesa es el tema principal del film, esta vez a varios niveles al tratarse de un film coral que permite revisar desde la vida en pareja hasta la soledad de una anciana que vive sola
Sin duda el film más estático a nivel visual del director, y el más tranquilo, Nakashima se guarda algunos ases en la manga, pequeños golpes de efecto entre los que no puede faltar la fantasía y las influencias de la cultura popular japonesa.
En el bloque de pisos regentados por la misteriosa (y chismosa) señora Nezu, un domingo por la mañana no falta actividad: sus vecinos son un asesino a sueldo que resulta herido en su apartamento, un guionista de una serie sentai que debe escribir el último episodio de la serie en plena crisis de pareja, una niña japo-americana supercompetitiva con problemas con su rival en la clase por ser la número uno, una anciana que se pone a chillar cada día a la misma hora para que sus vecinos sepan que sigue viva, o una mujer acosada en silencio por un extraño hombre que la sigue a todas partes.
El film se desarrolla en el día de domingo del título, prácticamente en toda su totalidad en el bloque de pisos tanto dentro de cada apartamento como en las vacías calles de los alrededores, al estilo de las urbanizaciones y así el director va pasando de personaje a personaje, aunque interrelacionando a unos y otros. Así no solo seguimos los problemas personales o laborales (o estudiantiles, en el caso de la niña) de los vecinos, sino que los comparten. Multitud de variantes para mostrar la soledad, la tristeza, y los miedos de los personajes, ya sean adultos que ven como su vida se va al garete, como el guionista al que además de perder su trabajo se le escapa de las manos su relación con su novia, como no podía faltar un personaje infantil con esa niña ultracompetitiva con serias deficiencias afectivas.
A nivel visual este es el film más comedido del director, en el que más utiliza un tono realista además de tirar mucho de plano fijo en escenas largas y acción fuera de plano como recurso humorístico. Lo que si añade en varios momentos son las infalibles referencias pop, en este caso dominadas sobretodo por el sentai, ese género de los superhéroes asiáticos que tan populares se hicieron en occidente con los Power Rangers, y al que el director le dedicaría su divertidísimo corto “Rolling bomber Special”. Aquí Nakashima lo utiliza como contrapunto de la personalidad del guionista, que a pesar de ser un tipo bastante pusilánime, se divierte paseando por el desértico barrio de bloques de pisos con la careta de su personaje “Liquidman” puesta: un tipo bastante gris es quien fantasea escribiendo las aventuras del superhéroe.
Técnicamente el film es más que correcto, contando con la fotografía de Masakazu Ato, que se convertiría en el director de fotografía habitual del director al colaborar en todas sus siguientes películas a excepción de “Paco and the magical mistery book”, y con la música compuesta por Yoko Kanno, a la que el director conoció en sus trabajos de publicidad y que pondría también la música de su siguiente film, “Kamikaze Girls”.
En el amplio reparto destacan los nombres de Masatoshi Nagase (The Hidden Blade) como el guionista, Ittoku Kishibe (Happy-go-lucky), Kumi Nakamura (Love letter), Tsutomu Yamazaki (Space Battleship Yamato), o Teruyuki Kagawa (Tokyo Sonata).
Junto al debut de Tetsuya Nakashima, “Happy-go-lucky”, esta “Beautiful sunday” forma un dúo de películas mucho más relajadas visualmente que el resto de su filmografía, circulan a un ritmo mucho más lento y reflejan ese costumbrismo aburrido y un tanto derrotista con más realismo que sus siguientes films. Seguramente son películas más difíciles de vender en occidente por ese mismo ritmo y carácter tan reconociblemente japonés, pero desde luego son un buen preludio a lo que vendría después, absolutamente recomendables para los fans del director con ganas de indagar los origines de ese torrente creativo.
6,5 de 10
Kamikaze Girls.
Una lolita que circula en ciclomotor sufre un accidente al chocar con una camioneta, y mientras vuela por los aires, se despide de su mundo: de su padre yakuza de medio pelo, de sus vestidos de Baby the stars shine bright, del buda gigante del pequeño pueblo donde vive, y hasta de su amiga Ichigo. Cuando está a punto de llegar al suelo y (presuntamente) morir, sueña con poder renacer en la Francia del siglo 18, la época del Rococó en la que disfrutar de la ropa recargada y decadente.
Así comienza “Kamikaze Girls”, una absoluta locura dirigida por Tetsuya Nakashima, que con esta adaptación de la novela de Novala Takemoto rompía con el estilo más relajado de sus dos primeros films, convirtiendo a partir de aquí su filmografía en un ciclón de imágenes recargadas, en este caso jugando además con formatos y estilos, y utilizando docenas de referencias culturales pop japonesas.
Debajo de todo este derroche de color a un ritmo hiperacelerado, se esconde la enrevesada amistad entre dos jóvenes chicas de apariencias totalmente antagónicas, Momoko, la lolita del accidente de moto, que nos narra la historia a través de su cínica voz en off, y Ichiko, una macarra motera de look y carácter feroz.
Así la chica de los trajes rococó comienza a explicarnos su historia, empezando por como se conocieron sus padres, un yakuza cobardica y sin mucho ojo para los negocios y una chica de compañía. Los negocios de venta de falsificaciones del padre de Momoko, que llegó de sopetón, se fueron al traste al rizar el rizo fusionando marcas falsificadas, y la madre se largó antes de que se dieran cuenta. Padre e hija se tuvieron que exiliar a Shimotsuma, una prefectura a 3 horas en tren de Tokyo, que la adolescente Momoko recorre cada vez que quiere comprar ropa para acercarse a “Baby the stars shine bright”, su tienda favorita.
Y así llega el encuentro entre ambas chicas, Momoko intenta sacarse un dinero (para gastar en esa tienda) intentando vender el resto de falsificaciones, y Ichiko alucina al poder comprar ropa de marca (“aunque sea falsa, Versach es Versach!”, dice la motera) en su pueblo. Antes de que se de cuenta Momoko, Ichiko se hace una habitual de su casa, y comenzar no una relación de amistad, ya que la lolita vive felizmente su individualidad, pero si de contacto.
Esta es una muy divertida historia de amistad entre una extraña pareja, pero también de la individualidad y de al fin y al cabo intentar ser feliz con una mismo, haciendo lo que nos guste.
La individualidad y el antagonismo entre ambas no solo se refleja en su vestimenta, sino, aunque de manera opuesta, en su carácter: Momoko, aunque vista de colores pastel y recargados trajes con encajes y bordados a mano, es en realidad una chica de sentimientos fríos, mientras que Ichiko (que cambia la "g" de su nombre real, Ichigo (fresa) para aparentar ser más dura) entiende la amistad desde el punto de vista de la banda a la que pertenece, donde el código de honor le obliga a preocuparse por Momoko, como si esta le hubiera hecho un favor al venderle la dichosa ropa falsa.
Lo que ambas guardan en común es ser unas parias en el pueblo, la una por remilgada, y la otra por macarra.
La película es todo un ciclón al unir una historia que avanza con un ritmo altísimo junto al aspecto visual en el que Nakashima ofrece todo un desborde de creatividad, jugando con los formatos, el estilo y el tono, convirtiendo cada escena casi en una película diferente.
Ya que es Momoko quien nos cuenta la historia desde su recuerdo, cada momento esta explicado como ella misma lo haría; la historia de su padre yakuza esta rodada como una película de Fukasaku, con la tonada de trompeta de “Battles without honor and humanity” incluida, la leyenda de la lider motera Himiko se transforma en un anime del estudio 4C, o la propia historia de la joven lolita se transforma en un reality show.
La libertad con la que trabaja el director en ese sentido es total, en una mezcla llena de fantasía y efectos, con muchísimo humor, que se integra a la perfección con la historia en cada momento.
El casting es simplemente perfecto, no se me ocurre mejor Momoko que Kyoko Fukada, que además de ese look inocente sabe ofrecer también el contrapunto de cinismo que reparte su personaje. Nakashima acertó de pleno al elegir en el casting a Anna Tsuchiya, que interpreta a esa macarra con honor que es Ichiko de una manera sensacional, llena de energía, haciendo al personaje completamente suyo. La química entre ambas es palpable en pantalla.
No hay que olvidar al grupo de secundarios, con Sadao Abe como el rocker “Unicornio” Ryuji, Kirin Kiki como esa abuela con parche que no es que esté senil, sino que ahora le da por hacerse la infantil, el vendedor de hortalizas YosiYosi Arakawa o Hiroyuki Miyasako como el padre yakuza de Momoko. Además en cameos podemos encontrarnos con Eiko Koike, Yoko Maki o la ex-AVstar Sora Aoi.
“Kamikaze Girls”, el titulo occidental que le buscó su productor a “Shimotsuma monogatari” (La historia de Shimotsuma), que es el título original, es en definitiva una divertidísma película que pondrá a prueba nuestras retinas con su ritmo salvaje, con la directa puesta desde el primer segundo y sin rodeos, un atractivo visual inapelable, y una buena historia respaldada por una excelente pareja de interpretaciones.
El salto cualitativo que dió su director Tetsuya Nakashima con esta película fue considerable, subiendo un par de escalones de golpe y desmarcándose como uno de los directores más interesantes del panorama japonés actual.
Habrá quien la considere inferior a su siguiente film, “Memories of Matsuko”, por tratar de temas más adolescentes o con una influencia mucho más marcada de la cultura popular japonesa. Va a gustos, desde mi punto de vista es uno de esos fims asiáticos absolutamente imprescindibles de lo que llevamos de siglo, que por fin además ha sido editado en DVD en nuestro país.
9 de 10.
Conociendo a Matsuko.
Leí en un articulo sobre "Conociendo a Matsuko" (o “Memories of Matsuko”) que es como "Ciudadano Kane", solo que en vez de explicar a través de flashbacks la vida de un magnate de la edición, lo hace de una mujer acabada. No le falta razón, ya que la película de Tetsuya Nakashima del 2008 tiene por un lado el aire clásico, aunque sea de un musical de la Hollywood, es innovadora y rompedora como la mítica película de Welles, y explica la historia trágica de una persona de vida complicada para quien el recuerdo feliz de la infancia supone su única alegría. Miki Nakatani se llevó todos los premios habidos y por haber de forma más que merecida por su interpretación de Matsuko, esa desgraciada mujer que buscaba el amor y la comprensión con ahínco, pero a quien la vida solo le dio desgracias.
La policía encuentra en la orilla de un río el cadáver de una mujer, a la que identifica como Matsuko Kawajiri, una mujer de poco más de 50 años de aspecto desaliñado. Uno de sus sobrinos que no la llegó a ver es el encargado de recoger las cosas del pequeño apartamento en que vivía sola, y allí comienza a interesarse por la vida de su extraña tía, a la que comenzará a conocer través de las experiencias de quienes coincidieron con ella en su vida.
Basado en una novela de Muneki Yamada, Nakashima vuelve a hacer lo que mejor sabe, que es llevar a su terreno una historia ajena, convirtiéndola al cien por cien en material propio. Esta vez toma una tristísima historia personal, la vida de la desgraciada Matsuko, y le añade luz, color y música, convirtiendo el melodrama en un gran espectáculo. Una de las principales virtudes de la película es que se mantiene permanentemente fuera de convertir a su personaje protagonista en un guiñol . A pesar del tono cómico o como mínimo divertido con el que se reflejan las diferentes desgracias, el personaje siempre se mantiene como digno, o como mínimo no se convierte en alguien ridículo. Y eso a pesar de la tragedia que arrastra Matsuko, una joven a la que la desgracia le llega siempre a través de su bondad, comenzando por el momento en que siendo profesora se hace responsable de un crimen realizado por uno de sus alumnos. Con problemas de cariño por parte de su familia y especialmente de su padre, que se vuelca con su hermana enferma y la deja de lado, busca el amor en el exterior, en hombres que se aprovechan de su buena voluntad y de su carácter inocente para dejarla cuando se cansan. Uno de sus pocos hombros en los que llorar (y de los pocos personajes agradables del pasado de Matsuko) es el de Asuka Kurosawa, una chica de compañía reconvertida en actriz porno.
Miki Nakatani interpreta de manera soberbia a la protagonista Matsuko, moviéndose de manera espléndida en los límites del aspecto tragicómico de su personaje. La actriz, en un personaje de carácter optimista y vital a pesar de lo que le rodea, llena a Matsuko de realismo y dignidad, conectando con los sentimientos el espectador en todo momento. De la misma manera Nakashima rompe esa triste realidad de la protagonista con números musicales y escenarios recargados llenos de color, pero juega al solapar de manera excelente esos momentos de apariencia más divertida con otros (y al fin y al cabo, un fondo profundo) mucho más realistas.
Ambientada a lo largo de más de 30 años, son muchos los detalles que hacen que reconozcamos los cambios de época sin necesidad de que aparezca ningún cartelito, desde la ambientación y la puesta en escena, hasta esos pequeños detalles a los Nakashima siempre presta mucha atención, desde la música que suena de fondo hasta, como en cierta escena en que muere una persona, ver a Uri Geller doblando cucharas en una televisión encendida de fondo.
A nivel visual el film es absolutamente rompedor al convertir el melodrama en algo muy cercano a un musical del Hollywood clásico. Numerosos números musicales, orquestados por el compositor Takeshi Shibuya, multitud de escenarios diferentes, y ese aspecto creativo del director, capaz de introducir en cada plano docenas de objetos y referencias. Y actores, ya que el reparto de secundarios y cameos da para ver la película dos o tres veces. Desde Eita hasta Yusuke Iseya, pasando por Akira Emoto, Asuka Kurosawa o Teruyuki Kagawa interpretan a algunos de los personajes secundarios, pero ojo con los cameos de Anna Tsuchiya, Yu Aoi, Kou Shibasaki o Sora Aoi.
Por su carga de profundidad, tanto de la historia como del personaje, como por su extraordinaria forma de estar rodada, “Conociendo a Matsuko” es una de las obras maestras de Tetsuya Nakashima, capaz de hacernos reir y llorar en una película que envuelve el melodrama en fantasía y color. Y es que, como Matsuko, a pesar de no ser afortunado en la vida, o de no conseguir nunca que aquella persona a la que queremos nos quiera a su lado, o simplemente si recibimos una y otra vez malas cartas, no quiere decir que tengamos que bajar los brazos, y seguir viviendo la vida al máximo. Como Matsuko.
9 de 10
Paco and the Magical Book
"Paco and the Magical Book" es un bellísimo y conmovedor cuento en imagen real, situado en un hospital habitado por personajes de lo más extraños. Sus pacientes son personajes afligidos, heridos o que sufren alguna enfermedad extraña, entre los que destacan Paco, una niña que tras un accidente, olvida diariamente todo lo que sucede, y Onuki, un anciano egoísta y arisco, que irá cambiando gracias a Paco y a un cuanto infantil que le lee todos los días, y que mantiene semejanzas con su vida.
En su quinta película Tetsuya Nakashima vuelve a presentarnos un particular, colorido, alocado y fantástico mundo con excéntricos personajes, esta vez adaptando una obra de teatro del autor Hirohito Goto. Como es habitual con las películas del director, puede que desconcierte en un principio por tratarse de una propuesta tan singular, pero una vez aparece Paco, la niña protagonista, y se nos muestra hacia dónde va a ir la historia, vemos su sentido para convertirse en un relato mágico.
La historia situada en ese hospital tan especial, al que solo acuden pacientes con enfermedades peculiares, se centra como decíamos en la relación entre Paco, esa niña para la que cada día todo es algo nuevo, y Onuki, un anciano gruñon hastiado de la vida, que encontrarán el uno en el otro el cariño y al fin y al cabo una esperanza en la vida.
Mientras se va desarrollando la dulce y apasionante historia entre Paco y Onuki, los otros personajes secundarios, pasan de ser simples caricaturas a ser desarrollados de forma más profunda, enseñándonos sus propios demonios. Estos, al igual que el personaje de Onuki, buscan al fin y al cabo la redención, y de una manera u otra todos la conseguirán gracias a Paco.
El cuento que lee Paco y Onuki en la película tiene un importante papel en la historia, tanto en el reconocimiento del alter ego del héroe del relato por parte de Onuki (los dos son unos personajes egoistas y tiránicos), como en la alucinante y enternecedora parte final, repleta de efectos especiales y animación 3D.
Las interpretaciones son excelentes y sorprendentes en cuanto a la dulce Ayaka Wilson que interpreta a Paco; por su parte Koji Yakusho (Babel, Tokyo Sonata), en una gran transformación física, interpreta al viejo cascarrabias Onuki, realizando una preciosa transformación en cuanto a su personaje, de persona irritante a “ángel protector”.
El reparto de secundarios esta lleno de nombres habituales en el cine de Nakashima, como Sadao Abe, Eiko Koike y Anna Tsuchiya (los tres vistos en Kamikaze Girls), además de grandes como Satoshi Tsumabuki (Villain), Ryo Kase (Outrage), o Jun Kunimura (Alive). El aspecto coral de la película le da además a todos su pequeño momento de gloria, que culmina en la parte final.
Tetsuya Nakashima vuelve a realizar un trabajo alucinante (y toda una experiencia visual, con su ya característico estilo, lleno de colorido, luminosidad, ritmo y vertiginoso), rodada tras dos obra magníficas como Kamikaze Girls y Memories of Matsuko.
"Paco and the magical book" es una película hipnotizante y hermosa, todo un cuento infantil rodado en imagen real que nos hará reír y llorar a partes iguales.
Puntuación 7.5/10
Confessions (Kokuhaku).
Terminamos esta semana dedicada al director Tetsuya Nakashima, con la reseña de su film más reciente, la excelente "Confessions", que pudimos ver en el Festival de Sitges 2010.
Exito de taquilla en Japón, aclamada en festivales de todo el mundo, llegaba a Sitges la esperadísima "Confessions" de Tetsuya Nakashima; el director de "Kamikaze Girls" y "Memories of Matsuko", conocido y admirado por su estilo visual, un derroche de energía kawaii y colorina, se pone un poco más serio para, a fin de cuentas, hablar igualmente de relaciones interpersonales, sólo que esta vez con una perspectiva mucho más oscura.
El inicio es, cuando menos, arriesgado; un monologo de cási media hora de una profesora en su último dia de clase. Al principio los alumnos, adolescentes de unos 15 años, no le hacen nada de caso, apenas para burlarse de ella. Poco a poco, según van escuchando lo que dice, que és básicamente que sabe que su hija, recién fallecida en la piscina del colegio, fue en realidad asesinada, y sobretodo el tono frio con el que lo dice, van prestando más y más atención.
Algo parecido es el efecto en el espectador, que con esa primera escena queda atrapado en la trama, y en las consecuencias que sin duda están por llegar.
A partír de ahí se inicia un carrussel de "confesiones" en forma de flashback, un poco al estilo clásico de "Rashomon", con los que vamos completando las piezas del puzzle de la história hasta llegar a saber que es lo que ha pasado realmente, y sobretodo cuales son los efectos en las personas involucradas.
Con una estética fría digna del mejor Cronenberg, llena de grises y azules, y la banda sonora lleno de riffs intensos de parte de Radiohead y los japoneses Boris, la ambientación no puede ser mejor para dar lugar a una radiografia de la sociedad (japonesa), y un vistazo a la alienación de los adolescentes, que de vez en cuando aparecen de la mano de Shunji Iwai y demás. Nadie se libra de su parte de culpa: tanto los padres, ya sea por falta de atención o por su exceso, como el propio sistema educativo japonés, con su necesidad de ser excelente en todo, sin olvidar a los profesores, y los propios estudiantes, obcecados con teclearse mensajes en sus moviles a pesar de estar sentados unos al lado de los otros, incapaces de mostrar ningún tipo de respeto por sus compañeros.
Gran parte de la culpa de que el film funcione tan bien como lo hace es de la actriz Takako Matsu: su fascinante monólogo inicial ya haría de ella merecedora de cualquier tipo de galardón por su interpretación, pero es que en el resto del film, con un in crescendo de cinismo, creo que supera su otra gran interpretación de este año, la de dedicada esposa en "Villon´s Wife".
El resto del reparto esta soberbio, ya sea la parte de los adolescentes como los otros dos adultos que tienen papeles de peso en el film, Masaki Okada (Tennen kokekko) como el "simpatico" profesor suplente, y Yoshino Kimura (Fine, Totally Fine) como la madre de uno de los niños asesinos.
Es de suponer que el cambio de estilo del director, más convencional dentro de lo que cabe, se debe a las necesidades de la história, con un tratamiento mucho más oscuro y estricto que sus anteriores trabajos. Digo dentro de lo que cabe porque las imagenes estan tratadas con una estilización espectacular, además de estar lleno de escenas con camara superlenta para dotar de mayor dramatismo algunas escenas clave.
En especial Nakashima se guarda para el final una de las escenas más alucinantes que haya visto en el Auditori de Sitges.
Una de las peliculas del festival y del año, imprescindible.
9´5 de 10.
1 comentarios:
Descubrí a Nakashima en el festival de terror de Lisboa a través de su último largometraje, Confessions; y desde ese momento muevo cielo y tierra para encontrar todo lo que pueda encontrar de su autoría (Filmin.es me ayuda en esta empresa).
Así que muchas gracias por este reportaje sobre el director.
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