Una de las mejores producciones
japonesas del año pasado fue “The Woodsman and the rain”, el nuevo
film de Shuichi Okita (Antartic Chef), que ha supuesto un paso
adelante en la carrera del joven director. Co-protagonizada por dos
estrellas como Koji Yakusho y Shun Oguri, el film aúna el
costumbrismo rural de su historia, el divertido choque de estilos de
vida entre los miembros de un rodaje, visitantes de la gran ciudad,
y los habitantes de un pequeño pueblo, con una profundidad de los
personajes que nos trae momentos más agridulces.
Muy divertida, conmovedora y
cautivadora, esta es de esas películas absolutamente recomendables
para todos los públicos.
Katsuhiko, un veterano leñador de un
pequeño pueblo en la montaña, se encuentra en la carretera local
con la furgoneta de unos forasteros de la gran ciudad. Estos son el
equipo de una película de bajo presupuesto, y piden ayuda al leñador
para que les oriente por los caminos de la zona.
Poco a poco el equipo, encabezado por
un joven director introvertido, irá recurriendo más y más al
leñador, que lentamente se involucrará en mayor grado en el rodaje.
Desde su paso por el FEFF de Udine del
año pasado, teníamos marcada como una de las imprescindible para
ver esta “Woodsman and the rain”, que ha resultado ser tan
divertida y excelente como pensábamos.
La historia como decía muestra ese
choque de culturas entre el tradicionalismo rural y el ajetreado
ritmo de vida de la gente de ciudad, encontrando los momentos
divertidos de las diferencias, pero a la vez buscando los puntos en
común en la historia de amistad paterno-filial que se crea entre los
dos protagonistas. El leñador viudo interpretado por Koji Yakusho
tiene problemas con su hijo, que parece un tanto perdido en su vida;
por su parte del joven director de la película poco a poco veremos
que su situación familiar tampoco es la mejor.
Okita se mueve perfectamente en esos
terrenos, dándole al film un tono muy ligero y distendido, pero a la
vez profundizando el los personajes de una manera muy natural, sin
necesidad de situaciones forzadas, a pesar de lo peregrino del punto
de partida.
Y es que el film que va a rodar el
equipo en las montañas es un film de serie B de zombis, con todo lo
que representa para el personaje del leñador, que de indicar el
camino pasa a colaborar como extra maquillado como un muerto
viviente.
Desde luego el mundo del cine aparece
de una manera mucho menos glamurosa de lo que puede uno imaginar, y
es que el bajo presupuesto del film ajusta cualquier tipo de
necesidad o recurso ante las adversidades, que no le faltarán al
rodaje, y que se irán resolviendo con ingenio y cooperación local.
Clave en que la película funcione como
lo hace es sin duda el tremendo acierto de casting, con un Koji
Yakusho (Cure, Eureka) memorable como Katsuhiko, ese leñador
cabezota y de capa caída, que encuentra en el rodaje y el director
una motivación extra en la vida, y un semi-escondido detrás de su
melena enmarañada Shun Oguri (Crows Zero), que demuestra una vez más
su variedad de recursos en una actuación a la que no hay que quitar
méritos por estar llena de contención y sutilidad.
En pequeños papeles secundarios nos
encontramos con Kengo Kora (The Egoists) como el hijo del leñador,
Masato Ibu (Mamoru no okite) como un compañero leñador, y Tsutomu
Yamazaki (Despedidas) como un actor veterano.
Esta es una de esas pequeñas grandes
historias que encuentran precisamente en su naturalidad su mayor
virtud, en este caso además con momentos muy divertidos por ese cine
dentro del cine y esos momentos de pez fuera del agua tanto de unos
como de otros.
Poco más se le puede pedir a un film,
más que divierta, emocione, ofrezca personajes entrañables y encima
los desarrolle y profundice a la perfección.
Una pequeña joya absolutamente
recomendable.
8,5 de 10
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