Top Ten 2011 de... Eduard Terrades.

Este año ademas de nuestros dos listados sobre nuestro cine asiático favorito del 2011, hemos querido invitar a un buen amigo a que comparta con todos su respectivo ranking personal. Un gran aficionado al cine asiático, seguro que le reconocéis los lectores de la añorada revista Cineasia, Eduard Terrades, al que ahora podéis leer en la revista y la web de Fandigital y escuchar en las tertulias del programa de Com Radio "Mes enllà de la vinyeta".


Resulta muy complicado realizar un top ten partiendo solamente de criterios puramente objetivos, más que nada porque todos tenemos nuestras filias en cuanto a cine asiático se refiere. Sin ir más lejos mi pasión viajera por Japón siempre ha propiciado que vea con ojos subjetivos la cinematografía japonesa, más por sus múltiples recreaciones del underground urbanita y por su variedad multigenérica exclusiva que no por su pretenciosa ociosidad. Pero si soy justo con mis principios, le debo sobretodo a la industria de Hong Kong mis orígenes cinéfilos, con lo cuál empaparme de cintas “made in Hong Kong” resulta cuanto menos preocupante a la hora de realizar cualquier top ten anual. Lo mismo podría decirse de Corea, pero al sentirme algo decepcionado en las últimas cosechas con varias de las propuestas punteras procedentes de este oasis económico, puede que mis valoraciones con respecto a la industria surcoreana se hayan visto ensombrecidas por las mencionadas frustraciones fílmicas a las que me he enfrentado. Otra razón por la cual esta lista personal puede contener algunas carencias regionales, dando pie a una falta de perspectiva global de las cinematografías del extremo asiático (u Orientales, porque no), se debe mayoritariamente a la dificultad de proveerse de ciertos materiales fílmicos indispensables (principalmente de Bollywood, Tailandia y Taiwán), que por otro lado espero poder conseguir a lo largo de este 2012. Dicho esto, mi lista de preferencias es puramente orientativa y según mis gustos y criterios críticos.



1-EL SATORI DEL AÑO: COLORFUL (Keiichi Hara – Japón)
Satori es el término que se utiliza en el budismo zen para designar el camino de la iluminación, término que se ajusta, nunca mejor dicho, a Colorful: la maravillosa película de anime con resonancias budistas que Hara ha firmado en su búsqueda personal de integrar un relato fantástico en un contexto costumbrista (como ya pretendió en la melancólica El Verano de Coo). Pero no solo se limita a desarrollar una evocación del budismo redentor mediante el demográfico menos indicado para ello, esto es los teenagers nipones, si no que pone toda la carne en el asador para ofrecer un filme de animación perfecta, en donde la paleta de colores (valga una vez más la redundancia) explora la cotidianeidad de un día cualquiera en el hogar de una familia japonesa y cuyo detallismo obsesivo le obliga a retratar los paisajes urbanos desde un prisma hiper realista. Encima emociona y contiene esos valores para nada moralistas pero si necesarios en tiempos de turbulencias educativas y económicas. Con diferencia la mejor obra maestra asiática del 2011.



2-EL SLEEPER (SEMI) ASIÁTICO DEL AÑO: THE BENGALI DETECTIVE (Phil Cox – Índia, UK, USA)
Digo semi asiático porque esta joya oculta dirigida por el documentalista Phil Cox es una co-producción entre India, Inglaterra y Estados Unidos. Resulta fascinante como ha sabido integrar la denuncia social en un filme amparado por las leyes del cine noir. Una maravilla que sorprenderá por la sobriedad con que sus personajes (auténticos detectives de Calcuta) afrontan algunas situaciones extremas, marcadas por la penuria social del país y por un sistema judicial corrupto. Pero sí el dramatismo se acepta como natural, también se admite esos momentos de disertación religiosa o de puro escapismo emocional a través del bailoteo puramente bollywoodiense.



3-HARU’S JOURNEY (Masahiro Kobayashi - Japón)
Merecida ganadora de la Alhambra de Plata en la quinta edición del Festival de Granada–Cines del Sur, este brillante trabajo cinematográfico de Masahiro Kobayashi hace que este realizador que empezó como cantante de folk se consolide dentro del panorama mundial, sobre todo en esos circuitos independientes, demostrando que el cine de autor puede ser didáctico y lúdico al mismo tiempo. Y es que esta conmovedora historia de un abuelo (un septuagenario Tatsuya Nakadai en plena forma), que junto con su nieta en el paro, se dedica a recorrer el nordeste del archipiélago buscando la comprensión y el afecto de sus distantes hermanos, además de darnos una lección de humanidad y mostrarnos una serie de valores en desuso, nos muestra la cara más bonita de un Japón que parcialmente ya no existe, pues algunas de las localizaciones naturales que transcurren en el filme fueron barridas del mapa por el tsunami y la posterior crisis nuclear del pasado mes de Marzo. El espectador que tenga la oportunidad de visionar este largometraje invisible a ojos de los distribuidores europeos, se encontrará con una road movie que explora el lado más humano de sus personajes.



4-SCABBARD SAMURAI (Hitoshi Matsumoto – Japón)
Una maravilla de principio a fin, no solamente por toda la comicidad que desprenden algunas de sus alocadas escenas, sino porqué demuestra que el otrora comediante de Kansai es un sentimental empedernido. Y es que había maneras y maneras de narrar la patética historia de un ronin que vive como un mendigo junto a su pequeña hija y que es reclamado por un daimyo (señor feudal), con el que había mantenido un fuerte linaje en el pasado, para que haga reír al principito heredero. La única condición que se le impone es que si no lo logra deberá cometer seppuku. Podía haberse explicado de forma lineal, con un tempo tedioso y en definitiva a la manera clásica de un jidai-geki; o por el contrario había la opción de aplicar la máxima del todo vale para hacer reír a la audiencia y convertirla en una sucesión de secuencias de humor absurdo al más puro estilo Takeshi’s Castle. Matsumoto ha combinado ambas opciones en un solo filme de resultados asombrosos, convirtiéndolo en una tragicomedia de época en la que es muy fácil pasar de la risa al llanto en pocos segundos.



5-THE STOOL PIGEON (Dante Lam)
Un thriller magistral con la identidad propia de un realizador que podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que es actualmente el mejor profesional del cine de acción de la ex-colonia británica, superando incluso a Benny Chan. Debía convertirse en la secuela de Beast Stalker (2008) pero finalmente se distanció de aquella para reformular las bases del thriller oscuro, gélido y violentamente bello del cine “made in Hong Kong”. Eso si, repiten el mismo duelo interpretativo que la anterior: Nicholas Tse y Nick Cheung. El juego de infiltrados esta servido. El polar vuelve apoderarse de las salas, a pesar de que actualmente no se encuentre entre los géneros predilectos de la audiencia cantonesa. ¡Y encima no proviene de la Milkyway Image!



6- HAUNTERS (Kim Min-suk – Corea del Sur)
Por fin nos encontramos ante un filme surcoreano original, diferente a todo lo que hemos contemplado de esta imprescindible cinematografía asiática en los últimos diez años, con un planteamiento que no convencerá a los puritanos del cine fantástico contemporáneo (recelosos siempre de todo lo que llega de Asia), pero que marca un pequeño punto y aparte en la concepción genérica del thriller urbano tan bien definido en los últimos tiempos por nuestros amigos coreanos. Y todo ello sin contar con excesivas imágenes violentas, sin secuencias de acción que se alargan en demasía, con una puesta en escena tecnificada al haber sido rodada en cámaras de alta definición y con actores no demasiado conocidos en la gran pantalla ya que proceden mayoritariamente de los K-Dramas. Considero que Haunters debe ser tomada como un entretenimiento inteligente que podría generar una franquicia e inaugurar un nuevo género no explotado en Corea del Sur. Tiene un deje a Fringe, pero que le haremos, nadie es perfecto.



7-HIMIZU (Sion Sono – Japón)
Un filme reaccionario y subversivo (en la línea de su autor, y si, digámoslo de una xxxx vez, Sono es un autor) que explora la condición humana de esos adolescentes antisociales que transitan por el mundo de los adultos, sin ser conscientes de su pertenencia a este segmento demográfico, y que demuestra el buen hacer de su realizador y de la propia industria fílmica indie nipona. Una obra madura, rodada en el corazón de la tragedia del tsunami (aunque en el manga original en el que se basa no figura porque fue publicado con anterioridad al terremoto de Tohoku) y que viene a constatar que Sono no es un simple clon de Miike; Be Sure to Share (2009) y sobretodo Himizu lo confirman. No hace falta añadir nada más.



8-THE YELLOW SEA (Na Hong-jing – Corea del Sud)
Tanto si os consideráis fans del cine asiático en general como del género que evoca, hay que verla una vez en la vida. Aunque a muchos nos parezca que su opera prima es un poco superior (The Chaser), sin duda alguna es en The Yellow Sea donde lleva su discurso al límite, exprimiendo a sus personajes hasta llevarlos a las últimas consecuencias y puede que incluso la violencia sea más impactante que en su filme debut. Influencia de Michael Mann en las escenas nocturnas con persecuciones si (la manera en como utiliza las lentes de la cámara), y tal vez un poco del Brian de Palma del Vestida Para Matar en el clímax central también (sin spoilear nada, la secuencia en donde cierto personaje debe cometer un asesinato al final de una escalera sí quiere recuperar a su familia). Pero si dejamos estas licencias, un poco la cámara hiperbólica en las escenas de acción y alguna que otra escena desagradable (esos huesos de perro que sirven como arma arrojadiza), nos encontramos ante un largometraje muy sólido y que augura una carrera de provecho para Hong-jing.



09-WUXIA (Peter Ho-Sun Chan – Hong Kong)
Toda una sorpresa este pseudo remake de El Espadachín Manco (no por casualidad aparece el soso de Wang Yu), que en vez de convertirse en un filme de artes marciales al uso, lo que hace el esteticista Peter Chan es amoldarlo a los cánones del cine negro, de la intriga palaciega y del suspense meditativo (un poco siguiendo la línea marcada por Tsui Hark en Detective Dee, y a la espera de ver la segunda parte). Donnie Yen no está tan acartonado, aunque sigue sin explorar su vena más dramática (es pura ironía, aunque seguro que la tiene), y Takeshi Kaneshiro deslumbra en su rol de investigador privado / forense. Algunos encontrarán que le falta algo de garra en la primera hora, pero soy de la opinión que enaltece el género al no saturarlo con luchas constantes e innecesarias, y cuando estas llegan se sobredimensionan (el encuentro entre Yen y los ladrones en la tienda, el asalto al pueblo o el minimalista combate final). Un canto de amor al género, el wuxia pian, intelectualizándolo para hacerlo más cercano a todo tipo de público.



10-TALES FROM KARS (varios)
La guindilla del pastel. Siempre se ha dicho de Turquía que es la puerta de entrada a Oriente, pero poco o nada sabemos de su cinematografía. Y para el pueblo turco es la puerta a Occidente. Fruto de esta voluntad por adecuarse a los moldes europeos, sobretodo en materia cinematográfica, surge el proyecto Tales From Kars, en dónde se integran hasta cinco cortometrajes de autores diversos, mezclando esa estética vanguardista de los países centroeuropeos o nórdicos con la narración ascética que nos tiene acostumbrados el cine árabe o incluso el turco (como por ejemplo las producciones de Semih Kaplanoglu). Además, la particularidad de este filme colectivo es que todos los relatos están contextualizados en la provincia de Kars, una región fronteriza situada en el nordeste, históricamente conflictiva, y de la que parece emanar aires progresistas. Al menos está es la sensación que se desprende al visualizar las pequeñas historias que en algunas ocasiones quedan supeditadas a la voluntad del realizador para darle un toque documentalista o autobiográfico. En definitiva, cinco historias con el mismo común denominador pero planteadas desde ángulos muy distintos, lo que convierte este filme coral en una desestructurada pero riquísima visión de una zona muy concreta a la que seguramente nunca pondremos los pies. Recomendable por su invisibilidad, pese a que se encuentre en la frontera regional asiática.

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