lunes, 17 de septiembre de 2012

La semana de... Tetsuya Nakashima: coloreando la triste realidad.


Tetsuya Nakashima se ha convertido por derecho propio en uno de los directores a seguir muy de cerca del panorama cinematográfico japonés, y en cierta manera representa el arquetipo de director que más necesita la industria nipona en estos momentos. En esta época, en que cada vez es más y más habitual que la mayoría de producciones no estén basadas en guiones originales, sino que adapten manga, anime, novelas o videojuegos, el mejor director al que pueden contratar los estudios es a alguien capaz de imprimir su huella indeleble y su personalidad a cada uno de sus proyectos, sean o no originales.
De hecho desde sus dos primeras y más desconocidas películas, Tetsuya Nakashima ha labrado su carrera haciendo precisamente eso, encontrando historias que tocan temas relevantes o con personajes atractivos, ya sea la extraña amistad entre una gothic lolita y una macarra, el musical trágico más divertido y emocionante que vayamos a ver en nuestra vida, o -aquí nos pilló con el pie cambiado por volverse lúgubre- la historia de la venganza de una maestra en una sociedad con problemas de comunicación.

El nombre del director es totalmente reconocible sin embargo por el estilo visual de sus films, por ese tornado de imágenes llenas de colorído, y su forma de romper la realidad de mil formas diferentes añadiendo su conexión total con la cultura popular japonesa. Pero si analizamos un poquito sus films, más allá de ese aspecto visual, vemos lazos claros entre las temáticas y motivaciones de los personajes de unas y otras películas.
En resumidas cuentas, Nakashima tiene una de las filmografías más imprescindibles del cine asiático contemporáneo tanto por su forma, como por su fondo.


Nacido en Fukuoka en 1959, se inició en el mundo de la dirección con uno de los segmentos del omnibus "Bakayaro: Watashi okkote masu" en 1988. Después continuó su carrera como director de publicidad, un trabajo del que siempre le ha gustado la libertad con la que cuenta tanto para desarrollar sus proyectos como para desarrollar su creatividad, y debutó oficialmente como director de cine en 1997 con "Happy go-lucky".
Esta es una historia costumbrista sobre una familia un tanto disfuncional, que se centra en los problemas del niño protagonista para realizar un ejercicio gimnástico en el colegio. Guionizada por el propio Nakashima, ya se empiezan a ver los brotes que luego se convertirían en temas recurrentes, la infancia como época vital decisiva a pesar de los obstáculos que ya a esa edad te pone la vida, la incomunicación tanto en el núcleo familiar como en la propia sociedad japonesa, y también ese aspecto de fantasía inesperada con la que el director nos sorprende en casi todas sus películas.


Al año siguiente rodaría "Beautiful sunday", sin duda su película más pausada y contenida. También con guión propio, este es el retrato de una comunidad de vecinos de un edificio en un suburbio de una gran ciudad, en el que seguimos los problemas de varios de sus inquilinos: un guionista de una serie tokusatstu con problemas de pareja que debe guionizar el último episodio, una mujer que es acosada por un inexpresivo hombre desconocido, los problemas de una niña con su némesis en el colegio, o una portera demasiado preocupada por la vida de sus inquilinos. Nakashima da todo un recital de plano fijo y acción fuera de cámara, para hacer una historia que visualmente no se acerca a los festivales de colorido que posteriormente se harían habituales, dirigiendo con un estilo mucho más estático aunque temáticamente sea un film 100% suyo.

Llegaría aquí un parón de cuatro años que resultaría crucial para su carrera, ya que sus trabajos en publicidad y videoclips influirían decisívamente en el giro que han tomado sus siguientes películas en el aspecto visual. Le proporcionaron un terreno en el que jugar completamente con los efectos especiales, la animación y esa condensación en cada fotograma del mayor número de ideas posible.
Apenas dirigió en 2001 uno de los segmentos de la saga "Tales of the unusual", antes de lanzarse de cabeza a por la que sería su primera película de una nueva época, y la que marcaría el camino a seguir para Nakashima en sus siguientes trabajos.




En 2004 el director recibió el encargo de dirigir la novela "Shimotsuma monogatari" (Kamikaze Girls) del escritor Novala Takemoto. Esta historia de la trabada amistad entre Momoko, una gothic lolita que vive felizmente su individualidad en un pequeño pueblo y una motera macarra, que por alguna razón pasa cada vez más tiempo con su nueva amiga, vuelve a incidir en temas sociológicos, envueltos desde ahora en una densa capa de color y con un montaje absolutamente desafiante para cualquier retina poco preparada.
A un ritmo espectacular se van desenvolviendo los acontecimientos, que llevarán a la una a encontrar a alguien por quien preocuparse, y a la otra a no sentirse tan dependiente de su banda motera. Con muchísimo humor a través sobretodo de la cínica voz en off de Momoko, que relata la historia, pero también con momentos de puro slapstick y gags recurrentes como la continua mofa a cierto centro comercial de ropa, la película marca un antes y un después en la obra del director.

A finales de ese año rodaría un especial navideño para el grupo Smap, en el que (por lo poco que he encontrado de él) seguía esa progresión, que se puede ver claramente reflejada en el cortometraje, también junto al grupo japonés, “Rolling bomber special”.
Todo un clásico de Youtube por derecho propio, este corto incluido en el omnibus “Smap short films”, en el que también participaron directores con un estilo muy cercano al de Nakashima como Katsuhito Ishii o Gen Sakaguchi, nos muestra el encuentro entre un joven corriente, interpretado por uno de los miembros del grupo, Shingo Katori, y un grupo de superhéroes sentai, que le acusan de ser un villano con un plan para destruir el planeta.
A ritmo de hip-hop Nakashima vuelve a introducir la fantasía en la aburrida realidad, con resultados muy divertidos, y de nuevo espectaculares a nivel visual.



No eran estos sin embargo los primeros trabajos del director junto a Smap, ya que en el 2000 se pusieron a las ordenes del director para protagonizar unos espectaculares anuncios de “Gatchaman 2000” en versión live-action (además de otros en versión animada), y posteriormente rodaría uno de sus videoclips.


Su siguiente película, “Memories of Matsuko”, fue la que realmente le abrió las puertas en occidente, ganando cierto respeto y nombre como director, además de una cierta difusión a nivel de festivales internacionales como el FEFF de Udine o Fantasia de Montreal. Ayudaron también los muchos premios que merecidamente se llevó Miki Nakatani por la interpretación de su protagonista, la desgraciada Matsuko cuya vida de mal en peor sirve de hilo conductor de la película.
Este maravilloso melodrama tragicómico con forma de musical de la Metro, es sin duda una de las películas japonesas más originales de lo que llevamos de siglo, por esa capacidad de mezclar lo patético con lo cómico sin convertir a su personaje en un guiñol, sino tocando el corazón del espectador en todos y cada uno de los momentos.
Visualmente el film llega más allá de lo que lo había hecho su director, llevando los niveles de creatividad de la historia curiosamente rural de “Kamikaze Girls”, a niveles estratosféricos al convertir la acción en un recargadísimo musical, con multitud de escenarios, varias actuaciones dignas de videoclip además del los cambios de época de una historia que se desarrolla en cuarenta años.

De nuevo el trauma paterno sirve como nervio central del personaje. Desde su primer film hasta “Confessions”, la única de las películas que toca el tema más de lejos, el trauma de las hijas (ya que las protagonistas de las películas de Nakahisma suelen ser mujeres), o uno de sus problemas, tienen que ver con la figura paterna. En multitud de casos curiosamente la figura de la madre es borrada casi por completo del libreto, apenas llegando a aparecer.
En “Happy go-lucky” el padre es un estoico hombre de baja que no para de mirar peleas de adolescentes desde la ventana de casa, y que no presta ningún tipo de caso a su familia; en “Kamikaze girls” el padre de Momoko es un ex-yakuza retirado al campo después de un mal negocio, un absoluto negado que cae en todos los engaños de su hija; e incluso en su siguiente film, “Paco and the magical picture book”, aunque sea este vez en esa relación entre la dulce niña protagonista y el abuelo cascarrabias del hospital. Seguramente el caso más duro sea el del melodrama “Memories of Matsuko”, en el que el trauma creado por la falta de atención del padre hacia su hija es uno de los motores de la caída en desgracia de su protagonista.

Y la televisión, claro, otra constante en la obra del director. Nakashima utiliza la televisión ya sea como contrapunto a la acción que tiene lugar en la historia, como ese drama que le amarga la vida al niño protagonista de “Happy go-lucky”, o directamente introduciendo en una TV a sus personajes o sus flashbacks, como en el divertidísimo flashback de “Kamikaze Girls” en que Momoko nos cuenta su vida desde un (fantástico, por irreal) reality show. O si no, la utiliza para situarnos en una determinada época, que es uno de los recursos en que utiliza a la televisión en “Memories of Matsuko”.
El director utiliza la tv como un recurso pop más, igual que los segmentos de animación o esas imágenes a cámara lenta extremadamente granulosas, un recurso narrativo para romper el realismo que haga ver al espectador la acción desde un punto de vista diferente.


Enlazaría el director tres películas en tres años, y así en 2009, además de escribir el guión de “Lalapipo”, basado en los relatos del escritor Hideo Okuna, para el debut directorial de uno de sus ayudantes de dirección, Masayuki Miyano, rodó “Paco and the magical picture book”. Basada esta en una obra de teatro del autor Hirohito Goto, aquí trasladaba una historia y la ambientación de un cuento infantil a la gran pantalla, siendo considerada seguramente un título menor por tratarse de una película poco ambiciosa al llegar después de una obra maestra como “Matsuko”. Para los seguidores del director debería ser toda una pequeña joyita, por acercarnos de nuevo a la infancia como época vital capital, y sobretodo por el aspecto visual del film lleno de creatividad y fantasía..

Denotando su origen, esta es una película mucho más teatral que cualquier otra del director, a pesar de todos los efectos especiales y elementos fantásticos que se introduce en la historia, en la que seguimos a Paco, una pequeña niña ingresada en el excéntrico hospital en el que sucede la acción, que sufre un problema de memoria y no puede guardar sus recuerdos de un día para otro.


En 2010 llegaría la que para muchos es su mejor película y probablemente la que ha catapultado a Nakashima definitivamente a nivel internacional como uno de los directores a seguir de cerca. La adaptación de la novela de Kanae Minato “Confessions” fue además su primer gran éxito de taquilla, colocándose como una de las películas más vistas del año en Japón.
El director sorprendió realizando esta vez una historia turbia y oscura de la venganza de una profesora hacia dos de sus alumnos, que asesinaron a su hija pequeña. Sorprende por realizar una historia tan dura de una manera seria, y por el lógico cambio a nivel visual, ya que aunque mantiene esa estética que muchos califican de videoclipera, como las escenas a cámara superlenta, la paleta de colores y el tono en general del film es adecuadamente sombrío.
Para el papel protagonista el director eligió a Takako Matsu, la actriz para la que dirigió un videoclip, el de “Minna Hitori”, en el que precisamente los protagonistas eran unos niños con problemas sociales, que realiza una interpretación espectacular, especialmente recordada por ese impresionante monólogo inicial en el que cautiva al espectador poco a poco con el relato de su historia, y lo que parece una simple despedida hacia sus alumnos se convierte en todo un presagio de la venganza por llegar.

La temática, venganzas aparte, es cercana a los terrenos habituales por donde se ha movido el director en toda su carrera en cuanto a los aspectos sociológicos de la historia, pero probablemente por tratarse de un film y contar con esa maestría a nivel visual, “Confessions” ha sido probablemente su film más reconocido tanto en el propio Japón como a nivel internacional.

Poco después del estreno de la película, el director ganó algo de controversia al dirigir un videoclip para el grupo idol AKB48 que terminó siendo censurado por su "excesiva violencia". En el PV de "Beginner", las integrantes del grupo se introducian en un videojuego, en el que iban muriendo una tras otra.
El grupo curiosamente contaba con una canción en la banda sonora de "Confessions", donde sonaba además de grupos mucho más ruidosos como Boris o los británicos Radiohead.


¿Y que nos espera en el futuro cercano de Tetsuya Nakashima? pues un nuevo reto, como la adaptación del manga “Shingeki no Kyojin”, en el que los últimos humanos del planeta resisten en una ciudadela de muros enormes los ataques de unos gigantes que han acabado zampándose a la población mundial.
Desde luego todo un cambio de tercio, pero un proyecto del que, viniendo de sus manos, podemos esperar sin duda un resultado espectacular.

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