viernes, 7 de enero de 2011

Outrage, de Takeshi Kitano.

El esperadísimo regreso del maestro Kitano al cine de Yakuzas parece no haber cautivado al público con la pasión esperada, incluso en su paso por festivales el run-run era que la pelicula simplemente "estaba bien". Seguramente la espectativa de ver de nuevo al viejo "Beat" Takeshi ha producido que, ante una buena película que no es una obra maestra, y sobretodo ante una pelicula que no tiene a él como protagonista absoluto, los ánimos decayeran.
Así que habiéndola visto a sabiendas de todas esas opiniones, sin ningún tipo de ansiedad, estoy convencido que Outrage será vista en unos años como otro clásico de Kitano, a la altura de sus otras películas de yakuzas.

Outrage es una história de la yakuza moderna en su máximo esplendor, donde el código de honor, el "jingi", es algo pasado de moda; todo es como un gran teatro falso, en el que cada cual mira por sí mismo (y su bolsillo), y manipula a los de su alrededor según la conveniencia propia.
El jefe no es el más fuerte ni el más sabio, sino el que mejor sabe manipular al resto de familias, caminando siempre un paso por delante de los demás.

Kitano interpreta al jefe de una pequeña familia, que es obligado por el lider de la familia a entablar una disputa con otra familia rival, para hacerse con su territorio y sus negocios. Aun a sabiendas que esta siendo manipulado, tiene que cumplir con sus ordenes, y así comienza a establecerse en el barrio rival, creando así un conflicto entre clanes yakuza.

Aunque la trama principal sea así de sencilla, el interés no decae nunca por dos razones; la primera, por el gran reparto que hacen que en esta película coral todos los personajes tengan su momento de gloria y sobretodo su importancia, desde ese jefe supremo que tiene a un par de matones en chandal blanco como servicio, como a los más jovenes del clan que dirije Kitano, que vigilan donde tienen negocios la familia rival. Y por encima de ellos, dos nombres, Kippei Shiina, enorme en su papel de brazo derecho de Kitano, y Ryo Kase, que da vida al tercero de a bordo con una desfachatez y una solvencia espectacular. La superrioridad con la que maneja a uno de los personajes "pringados", el embajador, es sensacional.
La segunda causa es que la história va evolucionando, y así vemos el progreso de unos, el declive de otros, y sobretodo como todos son manipulados, y como todos saben que estan siéndolo, pero aún así han de seguir adelante, a costa de sufrir algún "accidente". Y es que no puede faltar la violencia, que consigue ser cruda, y directa como un puñetazo al estómago, pero tambien con un punto de humor negrísimo, algo así como un sadísmo gracioso si es que algo así se puede aceptar.

Puede parecer una película más de yakuzas, como tantas de Fukasaku, Miike o cualquier otro, pero Kitano siempre nos deja la marca de fabrica, su estética, esas escenas, como la del coche en el muelle de la parte final que se reconocen inmediatamente como suyas.

Después de sus tres películas en las que jugó a ser Jean-Luc Goddard, me da la sensación de reencontrarme con el Kitano que más me gusta, que no es otro que "Beat" Takeshi.
No es una obra maestra, pero con el tiempo no me cabe duda de que se vera como tal.

8´5 de 10

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