jueves, 17 de octubre de 2013

Sitges 2013: Why don´t you play in hell?

Tras dos dramas llenos de emoción, "Himizu" y "Land of Hope", Sion Sono vuelve con uno de sus trabajos más gamberros, todo un homenaje nostálgico al cine, y en especial a las películas de yakuzas de los años 70, eso si,  unido a la comedia más loca y los espectáculos splatter de las cintas de Sushi Typhoon, en una historia que es puro despiporre. Sin dudad esta es su película más divertida (por lo menos de lo que hemos podido ver en su era post-Suicide club), y más loca -lo del kung-fu pantsu shot de "Love Exposure" se queda en anécdota al lado de este festival-, manteniendo su sello inconfundible.

La guerra entre dos clanes yakuza termina con la mujer de uno de los jefes en la cárcel tras terminar a cuchillazos con varios secuaces enemigos, y con el otro jefe muerto. El nuevo líder del otro clan propone a su rival una tregua, que dura más de diez años.
Cuando la esposa encarcelada del jefe yakuza está a punto de cumplir condena y salir, este se encuentra entre la espada y la pared: durante los últimos meses le dijo a su esposa que su hija, un joven talento que perdió sus contratos publicitarios tras la encarcelación de la madre, estaba rodando una película como protagonista. Ahora deberá encontrar un equipo de rodaje para cumplir lo dicho, y también a su propia hija, que se ha escapado con su nuevo novio.

 
Homenaje y a la vez parodia: "Why don´t you play in hell?" es una loquísima comedia cargada de referencias al cine Yakuza de los 70, para nada escondidas desde la fanfarria inicial de "Battles without honor and humanity" o la mención a los grandes actores del género como Ken Takakura o Bunta Sugawara, que se mueve entre la burla al jingi, el código ético, o las actitudes y vestimentas de los mafiosos, y la reverencia al cine (y a los cines) de la época.
La película sigue por un lado a esa guerra yakuza, y por otro a un grupo de chalados cineastas, encabezado por un megalómano director de medio pelo, que siguen esperando desde sus días de adolescencia en que grababan peleas callejeras en Super 8, su oportunidad para rodar un gran proyecto. Por supuesto el destino les une a ese jefe yakuza necesitado de alguien que sepa rodar, y a partir de ahí el caos se multiplica.

Los acontecimientos nos llevan de situación ridícula a situación más ridícula como una bola de nieve cayendo por la montaña, y el ritmo de la película va subiendo de manera exponencial acompañado con esos ritmos repetitivos a los que nos tiene acostumbrados Sono. Eso hasta que nos adentra en el rush final, un festival sangriento de brazos cortados y cabezas volantes, rodado como puro cartoon.

El homenaje al cine yakuza no se queda en las referencias de la película y el puro jitsuroku  (ese cine yakuza de los 70 rodado con el mayor realismo posible) de la historia, sino que Sono pone de su parte en la dirección, imitando el estilo de los Fukasaku o Nakajima, con esos encuadres en que todo el clan está perfectamente situado en su posición, o el montaje en que cambiamos de secuencia de manera lateral, por no hablar de las secuencias de acción.

 
En la parte del reparto hay tres sorpresas muy agradables. Además de los siempre sensacionales Jun Kunimura y Shinichi Tsutsumi como jefes yakuza, dos actores imponentes perfectamente elegidos para sus papeles respectivos (Kunimura es un tipo duro, un yakuza sin remordimientos; Tsutsumi un tipo peculiar obsesionado por que su gente vista ropa japonesa y obsesionado con la hija de su rival),  nos encontramos con una Fumi Nikaido espectacular, derrochando carisma y sensualidad como nunca. Su personaje es una niñata malcarada que rápidamente nos gana con su estilo macarra.

La segunda sorpresa viene de parte de Hiroki Hasegawa, que interpreta de manera sensacional al megalómano director de cine de tres al cuarto. Los que le hemos visto en J-dramas como "Kaseifu no Mita" ya sabemos de su tendencia al exceso expresivo; teniendo en cuenta que su personaje es puro derroche, exageración, la elección de casting es perfecta y Hasegawa se lleva de largo los momentos más divertidos de la película... por lo menos hasta la sorpresa número tres: un recuperado Tak Sakaguchi en el papel de su vida, literalmente, ya que interpreta a un adolescente pandillero que es reclutado por el chalado director. 
Ver a Tak Sakaguchi enfundado en un mono amarillo calcado al de Bruce Lee, y golpeando a diestro y siniestro con sus nunchakus, no tiene precio.

 
En resumen, no creo que la película vaya a decepcionar demasiado a los seguidores del lado más salvaje de Sion Sono, aunque no busque las cargas de profundidad de algunos de sus otros títulos. Esto es pura diversión y homenaje con un tono mucho más ligero, podríamos decir que es la mejor película de Sushi Typhoon sin pertenecer al ya desaparecido sello de la Nikkatsu.

Preparad las palomitas, porque la diversión está asegurada. Y también un chubasquero para las salpicaduras de sangre.  

8,5 de 10

1 comentarios:

Tak Sakaguchi en una película de Sion Sono. Está claro que eso de que Dios los cria y ellos se juntan no es ninguna tontada XD

Contando los dias para verla estoy.

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