Un año sin Satoshi Kon (1963-2010).

Hoy hace un año de la muerte de uno de los grandes maestros de la animación japonesa, Satoshi Kon, que nos dejó el pasado 24 de Agosto. Su fallecimiento nos pilló a todos por sorpresa, cuando aún estabamos esperando con ansias nuevas informaciones sobre su siguiente pelicula -la que nunca pudo terminar- "Yume miru kikai" (The Dreaming Machine). La noticia corrió como la polvora en Twitter, donde la gente comentaba la noticia con incredulidad y esperanzas que fuera falso, hasta que llegó la confirmación oficial. En este primer aniversario hemos querido recordar la figura de uno de nuestros cineastas favoritos.

Un año despues seguimos un poco más huerfanos, y es que su film póstumo, que en un principio se anunció iba a ser acabado por la compañía, ha quedado en hiatus; apenas a principios de este mes de Agosto anunciaba Madhouse que el proyecto quedaba parado por problemas económicos. Así pues aún nos queda bastante para llegar a ver la que el maestro definió como una pelicula más familiar, destinada al público infantil.


Eso si, la sombra alargada de su obra no sólo sigue intacta sino que ha crecido, curiosamente gracias a dos producciones Hollywood: por un lado gracias a Christopher Nolan, con "Origen", y por otro Darren Aronofsky, con "El Cisne Negro", ambas con una notable influencia de la obra de Kon y sus laberintos psicológicos, con "Paprika" como referencia para la primera, y "Perfect Blue" para la segunda. Aronofsky, que llegó a conocer a Kon, con el que le unía una admiración mutua, además ha añadido una nota en un libro que se ha editado hace unos meses en Japón sobre el maestro de la animación, "Kon Satoshi Anime Zen-Shigoto", en el que además colaboran con textos gente como Mitsuhisa Ishikawa de Production IG o la seiyuu Megumi Hayashibara.

Su obra, ni que decir tiene, sigue siendo una de las obras capitales de la animación moderna: Perfect Blue, Millenium Actress, Tokyo Godfathers, Paprika y la serie Paranoia Agent.
Nuestro pequeño homenaje queremos acabarlo con uno de esos pequeños momentos magistrales que inundan su obra, el ending de Paranoia Agent -con música del inevitable Susumu Hirasawa-, donde, después de las pesadillas que llenan la vida diaria, no queda más que descansar y soñar.

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