martes, 2 de octubre de 2012

Los siete samurais.

Para cerrar la celebración de nuestro quinto aniversario, hemos decidido elegir nuestras películas favoritas y reseñarlas. Es muy difícil seleccionar solo una película como "la mejor" que uno ha visto, suele ir por épocas y a veces uno tiene más frescas unas que otras. Pero desde hace ya tiempo, por una situación parecida, decidí que la mejor película que había visto era “Los 7 samurais”, y a día de hoy ninguna que haya visto le ha sobrepasado en el puesto.
Quitando (que ya es quitar) la gran influencia que tuvo, no solo en el propio género chambara, sino en la difusión del cine asiático en Occidente, esta es una obra maestra incontestable, rodada con una minuciosidad detrás de cada plano aplastante, y de un in crescendo emocional que, para mi, no tiene rival.
Protagonizada por habituales del cine de Akira Kurosawa, y auténticos monstruos de la interpretación como Toshiro Mifune o Takashi Shimura, no hay 207 minutos de cine que disfrute más que los de esta película.

La historia ha sido hecha y rehecha multitud de veces desde entonces: los campesinos de un pequeño pueblo deciden, hartos de los continuos saqueos de una banda de ladrones, intentar contratar a samurais para que defiendan al pueblo. No podían tener mejor suerte y contratan, apenas a cambio de la comida y el alojamiento durante la batalla, a siete samurais de muy distinta procedencia, seleccionados por un veterano de guerra como Shimada Kambei.




Esta es una de esas películas que se pueden ver una y otra vez, y aunque uno, que ya repite en visionados y se conoce la historia al dedillo, pretenda centrarse en el aspecto formal o fijarse en la multitud innumerable de detalles que le dan ese plus a la película, siempre acaba enganchado a la historia, a sus personajes. Kikuchiyo, ese samurai chiflado que guarda una historia detrás de esa locura constante. La relación de sensei-alumno entre Kambei y el joven Katsushiro. Ese momento de reflexión de Kyuzo, el experto espadachín, en esa escena llena de fuerza en la que juguetea con las flores mientras espera a dos de los bandidos para acabar con ellos. Rikichi, ese campesino decidido a que los bandidos no se lleven a ni una mujer más de su pueblo... y así,una, y otra, y otra.
Es una película perfecta a todos los niveles, lo que por una lado habla de la claridad de Kurosawa en la planificación, y de su rigurosidad en el rodaje. El guión es sensacional, con una historia central portentosa que se ramifica en varias subtramas que siempre suman a la central, y que por si fuera poco integra perfectamente detalles de la época, como las diferencias de estamentos, o la importancia del respeto a los mayores. La minuciosidad de Kurosawa en ese sentido es espectacular, por ejemplo en algo tan aparentemente azaroso como la manera de sentarse de unos y otros en las casas: todo esta en realidad perfectamente planificado, con el “mayor” de todos, normalmente el samurai Kambei, sentado por encima de los demás.
Los diálogos son una absoluta maravilla, personalmente me emocionan esas frases que dice Kambei, que van mucho más allá del simple pensamiento, auténticas perlas de la sabiduría de un hombre con mucha guerra a sus espaldas y que siempre se adelanta a lo que esté por llegar con absoluta claridad, sea bueno o malo.



Que decir de la puesta en escena: lógicamente el rodaje se fue de presupuesto y de tiempo, después de la reconstrucción de los decorados fuera de los estudios, y del equipo necesario para aspectos tan incontrolables, pero que Kurosawa necesitaba controlar, como la influencia de la naturaleza; el viento y la lluvia, que llegan en momentos de tensión y tristeza, marcan el tono de las escenas. Seguramente fue una completa locura, pero Kurosawa, que ya se había convertido en uno de los estandartes de la Toho, se salió con la suya, consiguiendo de paso un éxito atronador de público, y una obra maestra imperecedera.

Igual que Kambei decide que tienen que ser siete los samurais para poder defender el pueblo en condiciones, Kurosawa hace lo mismo con sus personajes, que están perfectamente calculados y todos tienen su momento y su razón de ser. Desde las escenas del reclutamiento, algo que a posteriori hemos visto en docenas de películas, a cada personaje se le asigna un rol, ya sea samurai o campesino, y todos acaban teniendo su importancia.
Kurosawa exprime perfectamente las personalidades de cada uno, también en las relaciones entre ellos: la admiración de Katsushiro por Kyuzo; los celos de Kikuchiyo con el mismo Kyuzo; el odio entre Manzo, el campesino que teme por la integridad de su hija, hacia Katsushiro; la camaradería de los veternos entre Kambei y Gorobei...

Técnicamente es toda una clase de como rodar para los que no sabríamos ni por donde empezar. Las transiciones espectaculares, la manera en que sabe siempre donde debe colocar la camara, las composiciones, como utiliza el movimiento de los actores, o el dominio del ritmo de Kurosawa, simplemente fascinante.
Y la banda sonora de Fumio Hayasaka, seguramente el más grande compositor de las bandas sonoras de los clásicos del cine japonés,con los temas recurrentes según sean unos u otros quien aparezcan en pantalla.



Realmente hay tanto que alabar que se me acaban los adjetivos. Técnicamente es prodigiosa, una película además muy ambiciosa que le pudo costar la carrera a Kurosawa de no haber contado con el favor del público como lo hizo.
Por otro lado la historia va empapando al espectador, los personajes van calando, y cuando comienzan a llegar los momentos tensos y las muertes, en esa gran batalla de tres días, la emoción se palpa en cada momento.
Como digo, cada vez que la veo acabo emocionado, como si estuviera en ese pueblo embarrado, con Kikuchiyo clavando un montón de espadas en el montículo a la espera de acabar con todos los bandidos que faltan, con Kambei lanzando flechas a los jinetes... y esa frase final, una vez ha pasado la tempestad, que siempre me encoge el corazón.

¿Hace falta decirlo? 11/10

4 comentarios:

Que gracia, si Batto y yo hiciesemos en el blog también lo de elegir la película favorita de cada uno posiblemente serían las mismas dos que reseñais vosotros.

Pero bueno, Uli, ¿no me conoces o qué? ¡Que mi películas favorita es La Casa de las Dagas Voladoras!

De hecho, Los siete samuráis ni siquiera es mi preferida de Kurosawa xD

Y la mia Ni Uno Menos, por eso dije "posiblemente" XD

Además, a ti te gusta esa de las dagas volantes solo porque sale la Ziyi calentorra, como si no te conociera.

Pues de verdad que me creia que era los 7 Samurais. ^^U

Quizás sea de los pocos que lo piensa, pero creo que está muy sobrevalorada. La vi creo que el año pasado por primera vez y, aunque me gustó, no me parece para tanto :/

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