Este pasado fin de semana “Beijing
Blues” se alzaba sorprendentemente con el Golden Horse a la mejor
película en los premios otorgados en Taiwan. Antes este drama
policial de aire televisivo ya se había llevado otros premios, como
el de mejor director para Gao Qushu en el Festival de Shangai, con el
que el máximo responsable de “The Message” y “Wind Blast”
volvía al mundo policial -por lo visto ha dirigido varias series de
televisión del género-, en que se busca el mayor realismo posible
para reflejar la vida en la gran ciudad. Aunque a su guión le falte
un poco de consistencia, y la serie de aventuras del detective
protagonista queden un tanto dispersas, ese aire documental la
convierte en una película de lo más apetecible.
El protagonista del film es el
detective Zhang, que tiene a su cargo a un equipo de policías de
paisano, que se dedica a atrapar a criminales de poca monta. Por sus
manos pasan ladrones callejeros, timadores de todo tipo o
falsificadores. Así les seguimos en la vigilancia, detención e
interrogatorios de los criminales, que le llevarán a perseguir a un
pez más gordo, al jefe de una red de criminales que a través de
pequeños hurtos esta dañando a la comunidad.
La principal virtud de la película es
ese realismo que se refleja a través de las pequeñas historias en
que, sin profundizar tampoco demasiado en las situaciones personales
de los policías ni de los ladrones, captamos un poquito de la vida a
pie de calle en la gran urbe. Qushu lo traslada a nivel visual a
través de ese look de cámara digital en mano, cercano pongamos al
de las últimas películas de Michael Mann, además de imitar las
imágenes de cámara de vigilancia, como si el espectador estuviera
viéndolo al lado de los mismos policías. No en vano el director de
fotografía Wu Di se llevó otro Golden Horse por su trabajo en la
película.
El reparto,
formado en gran parte por figuras conocidas de la vida cultural
china, aunque no actores, como el editor literario y blogger Zhang
Lixian, que interpreta al detective protagonista (y con el que
bromean sus compañeros en el film por no tener microblog), o Zhou
Yunpeng, un cantante ciego aquí reconvertido en capo del submundo
criminal, funciona dándole al film ese toque de autenticidad
callejera y de cierta espontaneidad..
La película no se aventura demasiado a
explorar la situación ni de unos ni de otros, y apenas atisbamos a
través de pequeños detalles las dificultades de la vida en la gran
ciudad, tanto del policía, que sufre el acoso del familiar de un
antiguo detenido, como de los criminales, algunos por pura necesidad,
otros porque simplemente esa es la vida que han elegido.
Lo que si vemos es la fuerza de la
colaboración ciudadana, dispuesta rápidamente a apalear a cualquier
criminal a mano, a veces confundiendo a los propios policías por
criminales.
Un añadido para el film es la
integración en la trama de un equipo de televisión, que comienza a
seguir las aventuras del detective como si fuera uno de esos
programas documentales.
El otro problema para que el film no
acabe de romper es esa estructura un tanto episódica de los casos,
en que saltamos de un criminal a otro sin ninguna fluidez ni nexo, ni
siquiera al llegar a la parte final. Igualmente el film mantiene el
interés, aunque pueda producir un bajón por pura reiteración,
gracias sobretodo a su ritmo y a esa frescura que da el rodar a pie
de calle las persecuciones y seguimientos de los criminales.
De cualquier forma los puntos positivos
son muchos, y aunque los premios recibidos me parecen exagerados, si
que se trata de una propuesta muy apetecible, no se si como reflexión
sobre la vida en Beijing, pero si por lo menos como cinta policíaca.
7´5 de 10
2 comentarios:
Apuntada, por esa espontaneidad que mencionas, me gustan los policiales y eso es lo que sobresale según leo. Un abrazo.
Espero qu ete guste, un saludo!
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