“Gangs of Wasseypur” se inicia a
ritmo de tiros: un grupo fuertemente armado se acerca hasta una casa,
que acribillan a balazos y granadas de mano. Finalizado el trabajo,
se topan con un control policial, contra el que también se lían a
tiros. Bienvenidos a Wasseypur, una antigua ciudad minera en la que
la corrupción y el submundo criminal campan a sus anchas.
Después de pasar por Cannes, donde ya
dejó un reguero de buenas críticas, y más cerca por el de Sitges,
donde se las trataba como uno de los platos fuertes del festival,
parecía claro que este díptico criminal es uno de los títulos
capitales dentro de la producción asiática del 2012.
Este film épico, en el que la venganza
se hereda de generación en generación familiar, esta al nivel de
los mejores dramas criminales que nos podamos imaginar, con los que
seguro no les faltan comparaciones a pesar de su marcado acento
local.
Algo más de cinco horas de puro cine,
lleno de intensidad y un tanto complejo por la cantidad de personajes
que entran en juego; un viaje al lado más salvaje del oeste de la
India que esperemos fulmine a balazos los prejuicios contra el cine
del país, mucho más que coloridos bailes multitudinarios.
Al final de la época colonial en la
India, Shahid Khan saquea los trenes británicos haciéndose pasar
por el legendario criminal Sultana Daku. Pero Shahid debe huir del
pueblo cuando el propio Sultana lo descubre, con lo que comienza a
trabajar como matón para Ramadir Singh, el dueño de una mina de
carbón.
Singh sin embargo mata a Khan cuando descubre que este planea adueñarse de su negocio de minas. Sardar, el hijo de Shahid, salva la vida gracias al hermano de su padre, con el que huye poniéndose a salvo, pero con la venganza por la muerte de su padre ya germinando.
Pasan los años, y el empresario Ramadir ha dejado el ya no tan lucrativo negocio de las minas para hacerse un político que controla el distrito, mientras que Sardar se ha convertido en el líder de una banda mafiosa, y el hombre más temido de la zona, decidido a llevar a cabo su venganza.
Singh sin embargo mata a Khan cuando descubre que este planea adueñarse de su negocio de minas. Sardar, el hijo de Shahid, salva la vida gracias al hermano de su padre, con el que huye poniéndose a salvo, pero con la venganza por la muerte de su padre ya germinando.
Pasan los años, y el empresario Ramadir ha dejado el ya no tan lucrativo negocio de las minas para hacerse un político que controla el distrito, mientras que Sardar se ha convertido en el líder de una banda mafiosa, y el hombre más temido de la zona, decidido a llevar a cabo su venganza.
El director Anurag Kashyap pinta un
fresco monumental, una historia épica que a lo largo de cincuenta
años relata la historia de una rivalidad familiar por el poder, en
la que la venganza mueve a unos y otros durante generaciones
completas, además de mostrarnos la propia evolución del país y
como la corrupción tiñe cualquier brote de poder o beneficio
económico.
Grandes personajes icónicos y
carismáticos conducen estas más de cinco horas de cine de alto
voltaje, personajes impetuosos que se ganan el respeto de los demás
a base de balazos en la cabeza, y siempre al lado de mujeres fuertes,
que juegan el rol social en presencia de otros, pero de las que se
temen las represalias más que las de los propios enemigos.
Kashgyap, partiendo de un guión de
Zeishan Quadri, que se guarda uno de los papeles importantes de la
segunda parte del film, el de “Definite”, que relataba la
historia de Wasseypur, y la lucha de poder por hacerse con el negocio
del carbón, lo expande en todos los sentidos. En el tiempo, ya que
vemos pasar a una generación tras otra; en emociones, al tejer tanto
las actividades criminales con las familiares, en que unas van unidas
a las otras sin posibilidad de desentrelazarlas, mostrando también
los diferentes roles sociales; y también en profundidad, ya que los
líderes criminales, en constante búsqueda de dinero y poder,
entienden que el poder político les da la impunidad necesaria para
seguir con negocios aún mejores.
Las dos partes de la película circulan
a un ritmo sensacional, y nos va involucrando poco a poco con los
personajes que la voz en off va describiendo en cada momento. Así
vamos saltando de personaje a personaje, de situación a situación,
tejiendo el juego de planes de venganza y pura subsistencia en el
mundo criminal a través de escenas cortas. No le hace falta pararse
mucho tiempo en cada casa para mostrarnos tanto la personalidad como
las actitudes de los personajes, perfectamente delineados.
Técnicamente el film es un auténtico
prodigio, no por escenas espectaculares o grandes efectos, sino por
conseguir retratar con la naturalidad y la precisión con que lo
hace, y extraer tantos matices a una historia tan compleja, con
tantos personajes a lo largo de tantos años. Además, la
planificación de escenarios es brillante, y aunque nos mueve entre
las ciudades de Wasseypur y Dhanbad, siempre consigue que el
espectador tenga claro donde se sitúa la acción, mostrando también
la expansión de las ciudades y su evolución según pasan los años.
Como espectador el film requiere
-aunque lo consigue, porque una vez que comienza es imposible
despegarse de la pantalla- una cierta concentración en lo que pasa
en pantalla, por un lado por centrarnos en quién es quién, pero por
otro por no perder detalle ya que los giros en las lealtades están a
la orden del día.
Tres aspectos culturales a destacar de
una película marcadamente local, en que las tradiciones del norte de
la India juegan un papel determinante: la música tiene una gran
importancia en el film, ya que aunque no cuenta con ningún número
musical como tal, más allá de la aparición de un cantante al
estílo del Johnny Fontane de “El Padrino”, esta siempre
presente, y las letras de las canciones, algunas de ellas mucho más
subidas de tono de a lo que estamos acostumbrados desde Bollywood,
tienen mucha relación con lo que pasa en pantalla.
Por otro lado, el cine, la pasión del
país que sirve en este caso tanto para mostrarnos el paso del
tiempo, de Amitabh pasamos a Sanjay Dutt, y de él a Salman y SRK,
como por otro lado como elemento social de entretenimiento y
disuasorio de masas. Dice uno de los personajes algo como “en mi
vida he visto una película, te atonta el cerebro”.
Para finalizar, la religión, que
también tiene su importancia en la historia, especialmente al
principio del film, aunque a lo largo de toda la película sigue
apareciendo, y así vemos a personajes pedir clemencia diciendo cosas
“somos hermanos, ambos somos musulmanes”.
Sin duda el mejor film procedente de la
India que hemos visto este año, y un clásico instantáneo.
Pura épica criminal de primer nivel.
9 de 10
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