martes, 24 de abril de 2012

Ang babae sa septik tank (The Woman in the septic tank).


La situación del cine filipino es desde luego curiosa: mientras que en el país pinoy lo que la gente va a ver al cine son producciones comerciales, comedias absurdas, films de fantasía superheróica bizarra o dramas eróticos, lo que nos llega a Europa de su producción es muy, muy diferente.
Los festivales europeos han encontrado en el cine de arte y ensayo filipino un filón de cine arty más o menos indescifrable, que no se sabe si gusta o no, pero que queda muy bien incluir en la programación.
De esta dicotomía trata "Ang babae sa septic tank", en la que el equipo formado por Chris Martinez, guionista y productor, y el director Marlon Rivera se burlan claramente de toda esa nueva ola de cine indie, que busca labrarse un nombre y una carrera impactando a los programadores de Berlin y Venecia. Se tíra a la yugular de los Raya Martin, Brillante Mendoza y demás, a la vez que muestra como cualquiera, si quisiera, podría hacer lo mismo que ellos.
Curiosamente la película fue la seleccionada por la academia filipina para ser enviada a la preselección de los Oscars, aunque no pasó el primer corte.


Vaya por delante que no le tengo especial manía a Raya o Brillante: todo es cine y como tal es disfrutable o no por cada cual, pero es desde luego destacable que sea este duo de director y productor, esta vez con los trabajos cambiados tras sus anteriores películas juntos ("100" y la muy divertida "Here comes the bride"), los que se hayan encargado de esta parodia de todo ese cine ahora mismo fijo en cualquier programación de festival importante que se precie. Y más destacable todavía que la propia industria distribuyera el film después de su pase en el festival de cine independiente Cinemalaya, y consiguiera el respaldo de crítica y público.

En el film seguimos al director, el productor y su asistente, tres cineastas pijos que quieren rodar el film definitivo sobre los barrios bajos, "Walang Wala" (Sin nada). Así les vemos como se reunen en un cafe estilo Starbucks, en el que conectan sus ipads a la wifi del local para preparar su film, mientras discuten cual es el poster perfecto para el film, como rodar la película para que guste más a los programadores europeos y sueñan con Cannes y los Oscar, mientras hacen tiempo hasta su entrevista con la que sería su protagonista ideal, la estrella del cine filipino Eugene Domingo.


La película esta llena de detalles, tanto en su ingenioso y muy mordiente guión, con golpes constantes, como en la propia puesta en escena y las actuaciones. Así vemos las tres escenas claves del film ficticio, en la que la madre protagonista vende a su hijo a un pedófilo occidental, actuadas una y otra vez, de todas las maneras posibles: con Eugene Domingo, o con Mercedes Cabral (la actriz que ha protagonizado "Serbis" y "Kinatay" de Brillante Mendoza) , mucho más joven y bella; vendiendo a un niño o , más chocante, a una niña; en plan cine independiente, como un musical, o con el estilo comercial tipico del cine pinoy.


El problema que puede tener el film es precisamente ese cariz repetitivo o que uno no entre en el jugo de la mordacidad de la historia, que no deja de ser como los directores preparan su film, pero sabe ofrecernos en todo momento un nuevo punto de vista que hace que el ritmo no decaiga.

En la pelicula el trio protagonista tiene tres encuentros importantes, cada uno apretantdo un poco más las clavijas en su crítica: el primero es con un director recién llegado de Venecia, con el que se topan en la cafetería y que no para de pasarles por la cara como les encantan a los festivales sus películas sobre la pobreza del país, aunque él no parece demasiado pobre si saber mucho de ella.
En segundo lugar, la visita a la localización donde van a rodar, al barrio de chabolas en el vertedero, donde encuentran lugares estupendos para mostar la cara más triste de Filipinas al mundo, con docenas de extras disponibles en cualquier momento en forma de la gente que vive allí. Y es que la autentícidad de su pobreza les vendría genial en el film, claro.


En tercer y ultimo lugar, el encuentro con Eugene Domingo, la diva del cine filipino, que se interpreta a si misma derrochando carísma. Su sentido del humor, su manera de reírse de su propio status, como esa mansión llena de empleados de servicio que no paran de preguntarse unos a otros “¿De que ánimo se ha levantado hoy?”, y de los diferentes métodos de actuación son apabullantes.
Su presencia en el film le da a la película desde luego otro status, y le da un último impulso, un colofón final que nos llevará hasta la última y memorable escena del film.

“Ang babae sa septik tank” se tira a la yugular de ese cine de arte y ensayo que pretende buscar de manera absolutamente prefabricada el realismo, ofreciendo al público festivalero occidental lo que quiere ver, o mejor dicho lo que espera ver, que no es otra cosa que las partes miserables de la vida. La película se burla de todo ese sensacionalismo de altos vuelos, además de soltarle algún que otro sopapo a su propia indústria.
Autocrítica de primera.


8´5 de 10

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