lunes, 20 de agosto de 2012

From up on Poppy Hill (Kokuriko-zaka Kara).


Goro Miyazaki parece que ha sabido aprovechar, al menos en parte, la revalida que le ha dado su padre Hayao en “Kokuriko-zaka Kara”, su segundo film dirigido para Studio Ghibli después de su poco convincente estreno con “Cuentos de Terramar”. Digo en parte porque aunque no superase en taquilla los números de su anterior film -y de hecho, ha recaudado la mitad de lo que hizo “Arriety” en el 2010, aunque las circunstancias del país fueran muy diferentes-, las sensaciones que deja son extremadamente mejores, las de un film más sólido, con esa calidez que desprenden los films del estudio de animación de Totoro.
A pesar de un argumento soso al que le falta ese toque de magia habitual, y de algunos momentos que rozan el machismo (algo inesperado por parte de los creadores de heroínas como Mononoke), tanto la ambientación como esa calidez de la que hablaba hacen un nuevo título para disfrute de los fans de la casa.

Yokohama, 1963. Umi Komatsuzaki, debe sacar adelante la casa de huéspedes situada el lo alto de una colina, que funciona como negocio familiar después de la desaparición de su padre marinero, ya que su madre pasa largas temporadas fuera de casa. Además Emi debe cuidar de sus dos hermanas pequeñas, sin descuidar sus tareas en el colegio, en el comienza a tener una relación especial con Shun Kazama, un joven involucrado en el club social del colegio, al que intenta salvar de su demolición.



Solo Ghibli es capaz de hacer a estas alturas un film de animación como “Kokuriko-zaka kara”, de tan sentido nostálgico. De no tratarse de un film animado con la firma de Miyazaki padre en el guión, muy difícilmente atraería al público de menos de 30 años, y es que el principal aliciente de la película es desde luego su ambientación en los primeros años sesenta, que sazona un argumento endeble, con posibilidades para un tratamiento mucho más dramático o crítico en determinados aspectos, pero impensables en un film de Ghibli. Más todavía con el acercamiento de sentido recuerdo a la época, con un tono conservador y tradicionalista en que el mensaje del film de preservación del pasado cultural deja un regusto demasiado carca.

Los dos personajes principales tienen un historial familiar poco feliz, pero se trata todo con bastante frialdad; la chica sigue de luto eterno por la muerte de su padre, y le recuerda cada mañana izando las banderas con las que le solía saludar en las travesías en barco de este. Por si fuera poco su madre se encuentra temporalmente en América, con lo que prácticamente ella sola tiene que hacerse cargo del hostal que regenta la familia.
Por su parte el joven sabe que es adoptado, pero el encuentro casual de una fotografía hará ponerle patas arriba los sentimientos.




La película toma a estas dos almas gemelas y por un lado seguimos su emergente romance, que por un acontecimiento se detiene causando el conflicto entre los dos, mientras que por otro lado seguimos a los estudiantes en su intento de salvar al centro cultural, y que sirve en algunos momentos para mostrar también el conflicto estudiantil de una época convulsa en el país.

Sin duda lo mejor es además de la animación clásica y ese diseño de personajes del estudio, con los que siempre es un placer reencontrarse, la ambientación de los primeros años sesenta en una historia situada en Yokohama, pero con un aspecto muy cercano a algunas constantes de la obra de Miyazaki, desde esa casa en lo alto de la montaña, en la que el mar tiene una gran importancia, hasta ese costumbrismo tan agradable y cercano que recuerda en muchos momentos a por ejemplo “Nicky la aprendiz de bruja”.

Goro Miyazaki ha optado (o le han optado) esta vez por una historia mucho más restringida que la de su debut, con la que tener mucho más delimitada la trama, pero con el riesgo de, como así sucede, dejar en la superficie aspectos que permitían mucha más profundidad. De donde sale más airoso es en ese retrato de la adolescencia y en los vaivenes en la relación entre la pareja, y en general le ha quedado un producto mucho más cohesionado que su debut.
Podríamos ponerla en la estantería (si es que estuvieran licenciadas en nuestro país), justo entre “Always 2” y “Always 3” aunque estas sean mucho más progresistas, si no en su forma, si en su contenido.


6 de 10

2 comentarios:

Que ganitas de verla, aunque parece que a vosotros no os ha entusiasmado mucho. Siempre es una alegría ver pelis de Ghibli y, aunque parece que esta es una peli menor, creo que me va a gustar.

En general por lo que he visto comentar en foros y tal ha gustado mucho más de lo que lo hizo a nosotros. Igualmente como dices siempre es un gustazo reencontrarse con Ghibli :)

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